martes, 30 de septiembre de 2008

CARAMELOS SUCIOS




CARAMELOS SUCIOS



Se levantó cómo siempre de un tumulto y barullo. Sin espejo, más que el chiquito del baño. Algunos de los diez y seis de su familia se habían ido por el día, por unas horas o por un tiempo. No sabía de quién era una cara nueva que dormía en uno de los únicos dos cuartos.
Sacó de abajo del colchón una bolsa pegajosa de caramelos ácidos y unos papelitos de colores rosa liviano y casi transparentes. Los puso arriba de dónde dormía por ratos, si estaba vacío. Envolvió con habilidad uno por uno y los guardó en una mochila que usaba sin saber su dueño. La panza ya hacía ruido y tal vez la otra señora del kiosco, la otra, la que está cerca de la estación, le diera un mate cocido con pan fresco y manteca con olor a derretida. Era el trato si lo veía todos los días vendiendo caramelos.
Se subió al tren después de un día de paro ferroviario. No lo mires dijo la señora parada al lado con una chiquita. Y no lo toques aunque se pare cerca.
En tanto sin que lo viera, uno de sus hermanos envolvía pacos y la señora esa y la otra seguían con sus vidas. ¿Quién quiere mirarlo? Saberlo

Mercedes Sáenz

jueves, 25 de septiembre de 2008

UN DIOS Y SEPTIEMBRE









UN DIOS Y SEPTIEMBRE





Sube y baja el agua por los siglos de los siglos. Se hace desierto la memoria. El sol lo es y tan fuerte que todo lo aquieta. El ruego pide y acude un silencio sin respuesta. Se sueña siempre con las manos que trabajan hasta la otra orilla.
El hombre aquí parece haber olvidado el mundo, no se va de él.
Vuelve sin rencor aún cuándo todo queda disperso en tierra de inocencia blanda. Perdona cuándo la raíz invade con lentitud cómo un impulso anunciado irrefrenable. Después de todo, todo crece mil veces.
Y a mi me dió los ojos y no sé en dónde están mis manos.


Mercedes Sáenz






domingo, 14 de septiembre de 2008

POEMA PARA EL ÚNICO VOS, EL DE ESOS OJOS



POEMA PARA EL ÚNICO VOS, EL DE ESOS OJOS




Los ojos negros se hunden en mí y suelen prenderse con la ternura de una lámpara de aceite tibio titilando bordes de oscuridades, símbolos de derrumbar muros cuándo soy vulnerable a cualquier hora que empieza el alba. Los ojos negros me llevaban por el mundo, por los indios, por los moros, por esa redondez dónde no hay límite de color en la pupilas.
Pero los tuyos son el azul bruto del mar más embravecido y el último celeste de la tarde antes de que se acabe el cielo, antes de girar sobre mis latidos cómo una noria incansable curando mis heridas.
Esa delicia de encontrarme en tu mirada que me hacen volver con la sed de mi propio sudario a empaparme con sólo el rumor del agua tuya.
Esos que me hacen una vez más despertarme con vos y hacer un poema acostado por saber que el sabor del pan sigue siendo el mismo.
Ojos azules, una mañana de estas salpicaré con besos algunos trazos negros detrás de tus pestañas y creeré entonces que estoy dando la vuelta al mundo. Al tuyo y al mío, amor.


Mercedes Sáenz

sábado, 13 de septiembre de 2008

MIS DUENDES INOPORTUNOS







MIS DUENDES INOPORTUNOS



La mirada se resbala en vacilación y matices, no sabe dónde detenerse. Mira con lento amor los rincones y cree ver las sombras de dioses pequeños-¿duendes?-que habitaron ángulos que parecen convertidos ahora en lugares minúsculos.
Bailan con temor a distraerme. Sus voces de niños protestan por la desventura de no atender su universo. Son tan pequeños que a veces caben en mi mano.
Les propongo un después porque estoy feliz escribiendo ahora.
Se sienta uno en el borde de la hoja, acaricia su barba con un gesto muy serio, quiere hablar de las inclemencias inmorales del mundo.
- Quiero hacer un verso de amor, estoy feliz- le digo- Ya he leído mucho hoy sobre el dolor, lo he vivido y nunca se va del todo.
Se bajó de la hoja empujado por un pequeño soplido.
“es tu mano, la de anoche, la que aún recorre mi espalda, es tu voz la que no habla y se reclina en secreto en mis oídos y es tu beso el que fabricó mil zonas descubriendo las partes mas invulnerables de mi cuerpo. Es el agua que se acurruca en las cavernas de las bocas para desparramarse en el último pedazo de carne que ya no es otra cosa que el alma. Es que amarte me extiende por el mundo cómo una orilla que se detiene cuándo hay un paraíso, es que te amo, a lo largo del día y con la última copa de vino. Es que te amo y lo único que me pediste es que no te diera tregua. Es que te amo, feliz.”
- Esta bien, ¿pero después me lo prestas? La que está sobre tu hombro, la de trencitas rubias, me ha pedido un verso y no sé que ponerle.
Se sentaron los dos sobre mis manos, movían los pies colgando hacia el suelo tan lejano, como los niños impacientes esperando que arranque la calesita.
- Hablen tranquilos – les dije. Sólo voy a escucharlos. Mañana les escribiré lo que han dicho. No hay verso de amor más grande que hablarse a los ojos queriendo decirse todo.
Los miraba y mi verso de amor, esperando.

Mercedes Sáenz

jueves, 11 de septiembre de 2008

DIA POR MEDIO DE LOS PARTIDOS

DIA POR MEDIO DE LOS PARTIDOS

Los oigo caminar por el pasillo. Parece que hoy no tocarán mi puerta. Se han salteado el día por medio y es más el miedo que me ocupa. No sé si están esperando a que junte fuerzas porque la última vez, me dicen, estuve inconciente dos días. No puedo saberlo. Les gusta buscarme cada día y medio y hoy no han aparecido. Desde que me avisaron de mi embarazo hay partes de mi cuerpo que no tocan. Cuelgan pesas de mis tobillos que quedan flotando en el aire fuera de la camilla mientras juegan al truco sobre mi panza, haciendo apuestas sobre cuántos varones nacerán o si serán todas mujeres.
- Hay que cuidarle en envase al Capitán -les oí decir una vez-, pero no se esmeraron demasiado.
Debajo de la capucha sólo intento imaginar olores de frutas que se mezclan con el del tabaco, el alcohol y algún fiambre que ese día está más fuerte.
- Pará con el pucho, animal, el Capi te va a matar, dijo que no le fumáramos.
La capucha entibia mi aliento y el frío parece menos húmedo.
Antes de mi embarazo lo único que sostenía el dolor era saber que tenía un día y medio para recuperarme.
No sé que planes tienen ahora en mi agenda tan ocupada debajo de este submarino de miles de metros cuadrados de concreto dónde se pasean con sus uniformes blancos impecables por arriba de nuestras cabezas, de los que aún no sé si la tienen viva aunque estén medio pegadas al cuello.
Ahí está, ellos no lo sienten, está llegando a mi nariz el olor frescos de los tomates que se llevan por la garganta la finitud de los límites.

Fragmento de CAMPANA

Mercedes Sáenz

lunes, 8 de septiembre de 2008

CUÁNDO


CUÁNDO


Ya no vas a decir nada, cuándo se siente dónde respiran los otros y mis latidos no se escuchan ni cómo campanarios lejanos. Cuándo ahora si, después de saltar el dolor por todos los pedazos de mi cuerpo me cubris cómo una inmensa manta de lava y hielo y ya nada lastima. Cuándo te recuerdo tan cerca cómo el aliento pegado al frío.
Cuando me es feliz agradecerte porque te has ido tan despacio y con eso has evitado que te despida. Cuándo sólo tengo el impulso y las ganas de guardar los buenos momentos.
Tu luz es verde ahora. Mis ojos ya pueden ver más allá de los otros ojos y de las palabras,
cuando un séquito de susurros se agolpen en tu oído queriendo escuchar lo que todos queremos, azúcar en verso, cálido abrazo, miradas huérfanas que sólo buscan tu destino.
Cada noche me acordaré de vos, sin apuro, sin necesitarte, con gestos levísimos, transparentes.
Cada noche me acordaré de no olvidarte, después de todo ni siquiera sabés cuándo te he querido. Pero mi alma sí y ese estreno no quiere perderlo. Es lo que me va a hace amar a todo lo que quiera en calma. Ahora festejo la noche, sola y feliz, aún cuándo te quiera con todo el alma.

Mercedes Sáenz

´SUBIR O BAJAR ESCALERAS


SUBIR O BAJAR ESCALERAS




Tengo que contar una historia y no sé si debo hacerlo. Estoy sentada en una de las escaleras de Retiro. Mi pollera ya se ha llevado por delante cuánta forma de basura se ha encontrado y ya me tiemblan las piernas por lo que creo que mi postura ya dejó de ser femenina.
Salí hace rato de una pensión de la que sé me recuerdan perfectamente.
Sentada como si fuera en una platea de cine, mirando más que nada los hombros, en este lugar es lo primero que miro.
Se oyen muy pocas risas por acá. Todo cae sobre los hombros y allí se queda. Me gustaría más de una vez parecer esas noteras que con cara de estar interesadas preguntan por la historia de cada uno.
No entiendo eso de preguntarles ¿de dónde vienen? ¿A dónde van? Cuánto más me gustaría preguntarle ¿Qué hizo antes de ayer? Ayer no, porque tendría el apuro del poco tiempo transcurrido o la sensación todavía muy cerca de la piel. El antes de ayer, con esa pequeña diferencia se hace mochila, se cargó en los hombros, y Dios, la historias que saldarían de allí.
Mi historia tiene dos semanas, o sea varios antes de ayer.
No es que me quedé si un peso, me quedé sin vida. Tengo que irme a algún lado pero me van a encontrar, hace poco que sé de estas cosas, pero las de la vida real son mucho peores.
Soy curiosa y creo que me he metido en líos. Todo por unas fotos. Y ahora no pasan esas cosas de que te sacan los negativos y demás. Te sacan la máquina o el chip o te dan un navajazo.
Las noches de enero son largas en Buenos Aires adentro de una pensión, no de las peores.
Una tarde estaba sacando fotos en plaza de Mayo, pero una tarde cualquiera de esas de cuarenta grados, había gente entre ellos muchos turistas y yo saco fotos, ni siquiera sé si soy fotógrafa, no me pregunten ahora la diferencia porque estoy muerta de miedo y no estoy para explicar desde una escalera linda y sucia sentada en Retiro mientras intento pensar qué hago. El miedo está empezando a no soltarme y a pegarse en mis dientes.
Sin querer, porque casi no los conozco, le saqué una foto con teleobjetivo a un ministro importante dándole un jugoso beso en la boca a una ministra. Bueno a una quién, me enteré después, no debía. Son digitales, ni siquiera las revelo, pero el señor que estaba parado al lado de mi banco, mientras yo veía una por una la vio.
A la noche me llamaron a la pensión.
Una voz pegajosa me dijo que quería la máquina entera. Que saliera cuatro horas, que la dejara en el mostrador del pequeño hotel, que la iban a pasar a buscar. Lo hice. Se la dejé al Encargado cómo si nada, tanto que él me preguntó el nombre de quién venía a buscarla. Le contesté “no importa José, por favor se la da a quien pregunte, no mas de uno va a preguntar por esa máquina”.
Me fui más de cuatro horas. Volví y casi con un cabezazo le pregunté a José; “sí, sí pasaron” y me fui a encontrar mi cuarto exhausta por tanto nervio suelto sin razón.
Terminé de lavarme los dientes y otra vez por teléfono la voz pegajosa. Se me paró el corazón.
-¿Te querés hacer la viva? Te voy a cortar las manos, las piernas y los ojos.
- ¡Pero si yo la dejé, dije casi a los gritos! Más problemas deberían hacerse por las fotos que saqué de los chiquitos bamboleándose entre el hambre, el mendigar y los que duermen afuera.
Afuera vas a quedar vos, me contestó seco. Y colgó.
Bajé las escaleras cómo pude con la mochila cruzándome el pecho De pasada le pregunté a José si habían pasado a buscar la máquina. Lo peor es que me dijo que si.
No estaba cerca pero corrí hasta Retiro. Y acá estoy sin saber que hacer.
Quisiera preguntar si alguien me conoce, si pueden ayudarme, si se les ocurre algo, pero hay tantos policías de los que parecen y de los que no parecen que creo que todos me miran a mí.
El miedo va trepando sobre mi cómo un vendaje negro hasta convertirme en momia. Tengo un palpito leve pero se me cruzó que la máquina se la guardó José.
¿Cuánto tiempo tengo para estar sentada en una escalera de Retiro?
Los primeros que se van a acercar… seguro que son policía o señores ogros de voces pegajosas. Entonce no sé si empezar por el llanto o por el sueño.

Mercedes Sáenz


GRACIAS!

a FRID desde http://www.peluquinrojo,blogspot,com/ por extenderme el premio MORILANDA, agumenta que es a causas de mis escritos y de crear mundos. Mil gracias Frid!

Lo extiendo a http://www.ojohumano.blogspot.com/ de Laura Elizalde, extraordinaria escritora argentina, principalmente por sus trabajos en cine y fotografía en ese sitio.
a Marita Ragozza, que siembra paz en cada texto wwwespiritu-enlared.blogspot.com a través de excelentes textos e imágenes. (Atención que no hay punto despues de la triple doble w).
A josé López por su blog http://www.corazonurbano.blogspot.com/ por su calidez, su tranparencia, sus escritos llenos de música y de corazón abierto si una gota de soberbia. A ese José que pronto va a editar un libro.
A Sonia Figueras, por su blog http://www.soniacautiva.blogspot.com/ por luchar a doble brazo, cuándo su espíritu se ha partido a la mitad por la pérdida de su compañero de toda la vida y sin embargo lucha por las cosas que cree justas y las escribe con valentía.
A Virginia Perrone por su blog http://www.virginaperrone,blogspot.com/ por su Trazos que jamás dejarán de escribirse, darán la vuelta al mundo y siempre tendrán algo que decir. Por todo el resto de sus escritos, por toda su poesía, que es todo poesía.
A Viviana Alvarez por su blog http://www.entonceslapoesía.blogspot.com/ por ser un gneroso canto a la vida, porque sus poemas tienen siempre un más allá indescifrable que convergen en todos los sentimientos con un estilo muy bello y personal.

Nuevamente gracias Frid! Un abrazo enorme. Mercedes Sáenz

viernes, 5 de septiembre de 2008

UNA SOLA

UNA SOLA


Buenos Aires amanece nublado sobre mí . Estoy tomando el último café antes de volver para volver a dónde. Mis ojos, sobre sus antiguos edificios. Mirar al este buscando el río y cantar con la memoria "el último café" y saber que estoy bebiendo poesía pura. Es cuándo Buenos Aires besa, suave, cómo saberse que no tiene dueño. Una frase sola, cómo nunca es Buenos Aires.

Mercedes Sáenz

miércoles, 3 de septiembre de 2008

SUEÑO


SUEÑO

.


Los ruidos de la fábrica murmuraban sílabas de insultos, de repetir y repetir sus maniobras de cansancio.
Llegar colgado de un tren que ya ni lata sin cerrar parecía. Las sardinas viajaban aceitadas en lustrosas sales, cómo piezas de género a un taller. Los hombres lustraban las cosas en el taller.
Apretaba corto el trayecto hasta el trabajo y asfixiaba el no saber después dónde meterse.
Estiró las piernas, cruzó los pies y alargó la visera. Cuando se tapó la cara cerró los ojos.
Posición de sueño pensó y dormir no era fácil. Una sensación de calesita lo conducía a algún lado. Los ojos cerrados cruzaron la noche de su ceguera de no ver la vida y llegó hasta el lago que sí existía, pero no cuándo estaba sentado en esa silla. Ahí frente al agua solía pararse cuando los sueños se enfadaban con ofensa de retraso en un domingo.

La tarde anterior su hijo de catorce le dijo que no podía ayudarlo con la pared del fondo, que para ir al psicólogo debía tomarse la tarde entera.
- Psicólogo ¿de qué? Preguntó Armando que en su tierra era solamente Nando, o el Negro o el que había salido más borracho la última noche. Psicólogo de qué.
- Tengo que revisar el vínculo materno-le había dicho su hijo. Me tomo la tarde entera porque es lejos, habla hasta por las etiquetas de los frascos y todavía después me falta la lavandina de bochos del colegio. Nos dejan tener el pelo de colores y después nos dicen cien veces lo mismo.
Nando abrió los ojos para seguir trabajando y recordó los carros que llegaban cargados de naranjas a su pueblo y se llevaban los canastos trenzados por su gente. Alguna vez dejaban una pelota número cinco si la de trapo había pegado fuerte contra un vidrio abierto de los camiones cocodrilos. Cómo una indulgencia plenaria.
La vida sobre un lago del oeste, cuando el sueño de dormir se iba solo y los párpados abiertos apretaban Buenos Aires. Uno más qué le hace…
Mercedes Sáenz