martes, 28 de octubre de 2008

CONVERSANDO CON UN DURMIENTE


CONVERSANDO CON UN DURMIENTE



Cuelgan los pies en un andén vacío, mas vacío aún por ese frío de madrugada. Recuerda los bancos de las plazas cuándo camino al colegio se sentaba un rato a pensar y balanceaba cómo una muñeca con cuerda lenta todo su cuerpo. Era más fácil todo entonces.
Ahora la mochila con algunas cosas no imprescindibles pegadas a su espalda como amigos que apoyan las manos en los hombros o que abrazan.

Decidir ahora, sin hablarlo con nadie.

Ella fue la que murió en alguna parte y nadie se dio cuenta. Ella fue la que habló de frente y nunca le creyeron. Ella fue la que vio gris en sus ojos cuándo afuera el aire bailaba en colores.
¿Qué era esto de no poder explicar la palabra? ¿Quién la escribe?¿Quién la dice? ¿Quién la entiende? ¿Quién es dueño de decir, de acusar sin saber, quién es la voz que en vez de sonido o sentido tiene espadas y cuchillos y estiletes y lanzas? ¿Quién tiene todo eso si sólo puede clavarse algo una vez con la palabra?
La boca de una negra noche se abrió de quién no era sordo y no entender se hizo un grito. Nunca había comprendido demasiado a las mujeres, pero esta vez fue un hombre, que se fue rompiendo a pedazos porque la verdad importa siempre pero a veces se la ve por la mirilla de una puerta o por la mira de un fusil.
Abrió los ojos y miró a las vías.
- ¿Querés ser por este rato mi bello durmiente? Tan callado… cómo si entendieras todo.
Bajó a darle un beso y se acostó de perfil paralela al quebracho. Se acurrucó un poco para no tocar el acero. Una mano se extendió para abrazar la madera.
Cerró los ojos y con un beso silencioso que no es una palabra, esperaría.

Mercedes Sáenz
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viernes, 24 de octubre de 2008

ES QUE AÚN QUIERO DECIRTE, INDIO


ES QUE AÚN QUIERO DECIRTE, INDIO


He dormido bajo tu mismo brazo, quebrado alguna vez y torcido. Las manos de llagas secas y en tus ojos huellas milenarias.
Te han dicho de todo, lo aprendido en facultades, en organizaciones en tu defensa. Te han escrito bellos y verdaderos poemas. Te han puesto orgullo, el que surge de defender tu memoria, intentando ponerte de pie, queriendo no olvidar tu valentía.´
Autores de importancia te estudiaron, planifican aún cómo devolverte la dignidad en este mundo.


Aún quiero decirte que dormí bajo tu brazo, con el telar de tus manos bajo el cielo negro y antes de cerrarse tus ojos estaban llenos de estrellas que les soplaste a los míos.
Aún quiero decirte hombre anciano, que esa fue la primera comunión que tomé en la vida. Silenciosamente, sin que nuestros cuerpos se tocaran.
Aprendí mientras dormía algunos cantos de tu tierra sin saber siquiera que significan, mientras la tierra madre nos acunaba cómo hace millones de años, pero sin guerras.
Me iré cuándo amanezca, hombre indio, cómo una hija de los vientos del sur, con la mitad del alma y ese silencio todo.


Mercedes Sáenz

miércoles, 22 de octubre de 2008

UN BREVE TODO EL TIEMPO


UN BREVE TODO EL TIEMPO




La cara sobre el hombro sin girar el cuerpo. No es mi sombra y lo siento respirar.
Esperó para ser cómo un dios.
Se hacen duras las ofrendas que no pide, las sabe suyas. El color se lo estoy dando, no recuerdo igual la última hoja de roble si no la veo.
Me sacará el mar…
Me envolverá en un capote largo hasta convertirme en una milésima de alguna eternidad.
Guardaré mi otra curiosidad hasta que llegue el momento.

Mercedes Sáenz

domingo, 19 de octubre de 2008

SOBRE FILOS DE LATA

ABRAHAM MÉNDEZ VARGAS, POETA Y NARRADAROR DE LA REPÚBLICA DOMINICANA ME HA HECHO LLEGAR UN ENSAYO SOBRE "FILOS DE LATA".
TODO MI AGRADECIMIENTO Y MI ADMIRACIÓN AL FUNDADOR DEL MOVIMIENTO DE LA POESÍA INFORMALISTA POR ESTE ELABORADO TRABAJO QUE PUEDE LEERSE COMPLETO EN www.poemasacostados.blogspot.com.
UN CÁLIDO ABRAZO AL HERMANO Y AMIGO DE LO QUE INTENTAN SER MIS LETRAS.
Mercedes Sáenz

miércoles, 15 de octubre de 2008

UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO

UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO


Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente. Alejandra Pizarnik




Oscuro cielo de estrellas a ponchadas tan grandes cómo las quiera. Una brisa, no suelo usar esa palabra, tanto más me gusta el viento suave. La brisa me parece un suspiro siempre aunque se sostenga unos segundos, el viento suave es un secreto, un susurro, un canto de río en el aire. Sucede que cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás, tal vez algo cansada de escribir y me pinté una noche de olores y pasto dónde se apoyan las palmas de las manos para sentir que la tierra se ha quedado quieta por un segundo, aunque uno se sienta volando. Pero abrí los ojos.
Y sucede también que estoy sentada en una silla. Frente a un bicho enchufado sin patas que va a hacer exactamente lo que le diga, sí sé decirlo, y a la mayor velocidad posible.
Mi cuarto está a oscuras sólo con la luz cuadrada de la pantalla, estoy esperando que amanezca. En esos momentos mis recreos suelen ser recorrer espacios cibernéticos de otros sitios, todo en minutos de menos segundos, doy vueltas un rato por un Octavio que están escribiendo y que me encanta y vuelvo a cruzarme de piernas cómo una india y a seguir escribiendo.
Cuándo no puedo hacerlo de día intento leer por las noches.
Pero en el inventario de mis disparates tengo dos o tres libros que abro en cualquier hoja, ya leídos unas tantas veces. Uno de Onetti, el que primero alcance la mano, unas calles de Aldao que ya casi lo sé de memoria y un severo John Irving que me encanta pero debo de prestarle más atención si hay mucho cansancio en mi cuerpo.
Pero a la que vuelvo loca es a la amable Alejandra que quiera o no quiera, necesito abrirla al menos un ratito. Y me levanté de la silla y derechito abrí, porque solito el cerebro lleva cuándo ya conoce el camino y además los libros tienen esa permanente amabilidad de abrirse dónde más se los ha marcado. “Se prohíbe mirar el césped”, leí una vez más, algo publicado en Sur en el 63, lo sé de memoria, y horas pueden hablarse de lo que esta mujer hizo con las palabras en su corta y atormentada vida, pero voy sólo a su título aunque el texto tiene tres renglones maravillosos. Sacar de contexto cualquier frase de Alejandra es un riesgo terrible porque dónde la pongas, la digas, la recuerdes, la recites o la escribas ,va a traspasar tantas cortezas desconocidas del cuerpo que lo último que vas a recordar es que cada tanto uno debe dormir algo.
Suelo decir malas palabras cuándo un escrito se lleva toda mi emoción y toda mi adrenalina, es para contrarrestar un poco.
Creo que en realidad estoy tan cansada que no puedo escribir, tampoco leer mucho y entonces me fui a pasear un poco por esos laberintos de la vigilia. Alejandra en general es la responsable de esos paseos, por sus palabras impetuosas y puras, violentas y sencillas, por ese adn propio que no le conozco a otra escritora. Me sucede con poco éxito en el papel pero una sola frase de ella me dispara un montón de historias.
Me imaginé su frase “se prohíbe mirar el césped” pegada en enormes ventanales en las aulas de un colegio inglés, dónde el edificio es una isla en el medio de un verde sedoso, silencioso y parejo.
Me acordé de un cartel en el bar de unos dignísimos gallegos frente a la facultad de medicina, que decía "prohibido estudiar" queriendo sólo que no les ocupen las mesas un millón de horas sin consumir nada.
Esto tiene la palabra paseando por la vigilia. Volveré a mi noche de mil estrellas y veré dentro de un rato que hago con ellas.

Mercedes Sáenz

lunes, 13 de octubre de 2008

OCHENTA CÓMO NINGUNA

OCHENTA CÓMO NINGUNA



Que quede tu valentía en un costado, tu cuerpo antes que el de cualquiera para parar un golpe, tu paciencia de noche, tu buen modo auque muchas veces no supieras que decir, este no es un escrito de honores mamá, ni de tus heroísmos, ni de tus insomnios, menos de tus largos llantos en silencio. Ni de tus vigilias, ni de tus enormes esfuerzos por hacer de la vida de cada uno de nosotros lo mejor que pudiste. Nada de eso madre. Este escrito, no puedo ni siquiera decirle poema acostado, es… sobre tus disparates.
Cumplis ochenta mamita y sumamos tantos años entre todos tus hijos que cuándo empecé a pensar la cantidad de virtudes que tenías para cada uno de nosotros no me alcanzaban las hojas. Y empecé a acordarme de otras…
¿Quién hace las señas de truco al revés? En el medio de un partido chivo, claro.
¿Quién tiñe con té los flecos de su vestido de madrina tomando sol en una terraza tres horas antes del primer casamiento de una tus hijas mujeres?
¿Te dieron ya premio al mérito por ser la mujer que con mayor habilidad se ha colgado del colectivo sesenta en horario pico? Es un segundo decías, no cuesta nada, creo que en el fondo hacías gimnasia gratuita y paseando.
¿Quién camina por la vereda del sol en pleno verano con cuarenta y dos grados cantando una parte de la Traviata?
Otro hubiera sido el final del cuento de Cenicienta si hubieras andando por esos pagos mi viejita querida, porque tu pie tomaba el número del zapato que hacía falta ese día, sobre todo si era prestado.
¿Quién a fuerza de decir “yo llevo pecetos con ensalada de papa y huevo duro” a cualquier evento multitudinario y familiar aprendió cómo nadie a que fueran los más ricos del mundo? Le corro a Leguizamo, a Fangio y al que esté de turno en Ferrari., Bueno al Gato Dumas, a Peter o a Aguiñano.
¿Quién a los setenta y cinco dijo “tengo ganas de ponerme un top”? Aunque físicamente parecías de ocho mil menos.
¿Quién ,mamita , firmaba en una revista de humor famosa sus escritos como mima mamemima?
¿Quién hacía las tortas más torcidas del mundo y disfrazaba lo que parecían plegamientos terrestres con mil kilos de chocolate?
¿Quién le tiraba por debajo de la puerta cuentos escritos de su puño y letra absolutamente salidos de tu imaginación a sus hermanos haciéndoles creer que eran la suscripción de algún diario?
¿Quién contaba las porciones de algo rico antes de servirla y si faltaba una, decretabas que ese día, ese producto justo a esa hora te daba alergia?
¿Quién dice mil veces “yo voy, no me cuesta nada, quién dice mil veces, elijan lo que quieran porque me da lo mismo?
¿Quién puede querer tanto de esa manera?
¿Quién después de haberse viajado el mundo y haberse leído la mitad del otro sigue prefiriedo su primer libro de la adolescencia?
No habrá ninguna igual, no habrá ninguna, todas murieron; si alguna lo hubiera necesitado también le hubieras prestado toda tu piel y toda tu voz.
La vida es un disparate madre, pero que placer que existas cumpliendo ochenta!!!

Merci

sábado, 11 de octubre de 2008

UN SÓLO RENGLÓN

Para agradecerle a Carlitos Paez Villaró el sol que me entregó en las manos. Un abrazo. Mercedes Sáenz.

miércoles, 8 de octubre de 2008

QUERÍAN DECIR VOSOTROS

Desde este lugar chiquito, es mi pequeño retazo de memoria,
tratando de cuidar las palabras para que no sean estiletes que acusan sin razón
a los que nada tuvieron que ver. Para recordar a los verdaderos valientes, no a los que se embaderan en justicieras cruzadas si tener la menor idea de lo sucedido. Este texto simple
podría escribirlo en quechua, pero llegaría sólo a unos pocos y creo que todos de alguna manera
con el corazón debemos rendirles homenaje y en lo que nos compete a cada uno, reparar el genocidio.
Para todos mis indios, antes de un 12 de octubre


QUERIAN DECIROS VOSOTROS



Piel de la tierra
espaldas anchas
descalzo por siglos,
lanza y piedra
bravura de honor,
era quiénes habitaban
de norte a sur.
El oro
parte
de lo que daba la tierra
se descolgaba del sol
para hacerlo eterno
en las manos.
La plata, hembra metal
tan fuerte cómo sus mujeres.
El mundo era uno
en los campos sembrados
de dónde sacar sólo
lo que se necesitaba.
Universo imperfecto tal vez
bautizados por los ríos
por los siglos de los siglos,
de norte a sur.
Y llegaron ustedes de encaje y arcabuces
blancos y sedosos y
querían decir vosotros
antes de matar, matar, matar.


Mercedes Sáenz

lunes, 6 de octubre de 2008

ESTA NOCHE TAL VEZ




ESTA NOCHE TAL VEZ




Hay una casa que empieza en la ochava de una esquina, de columnas labradas y ángeles niños con las narices rotas. Dos puertas de madera que a nada le temen porque el tiempo poco les ha hecho. La cadena que cuelga con un candado abierto es una tonta ironía pues nadie se anima a tocar siquiera la pintura de afuera, harapos de mariposas, astillas que el viento hará volar cuando se le antoja.
Dos escalones de belleza pura y ancha reparados por un techo en que los tirantes se trenzan más arriba con moños de clavos gruesos imperturbables.
Ahí está ella y no llora. Esperando cada noche. Envuelta en mantas y cartones sosteniendo un jarro de lata con guantes que no cubren la punta de los dedos. A veces el vino que cae del jarro se vuelca y se pega en el pelo cuándo la cabeza se inclina soñando con su nombre en el mármol que no llega a cubrirla para siempre.
Hace años su hijo murió de un tiro en esa esquina, en esa puerta.
Han querido sacarla mil veces y dicen que sólo contesta con una mirada de ceniza.
Esta ahí y no llora cómo un embrión que un soplido hará nacer más lejos.
Está siempre ahí, dicen también que la casa es suya.
El campanario de la catedral cercana azota antes que amanezca y entonces ella llora.
Cuándo oscurezca de nuevo esta noche esperará , y tal vez…

Mercedes Sáenz