miércoles, 28 de julio de 2010

SOPLIDO





SOPLIDO




no buscaba tu primera forma,
como la astucia del agua y el sediento
no la sabía,
en los cuerpos desnudos en piel sola
la miseria pequeñez desaparece
la hueca verbosidad
esa, vagamente pérfida
esa ironía simulacro
ese anzuelo mentiroso
de todo lo que ven mis ojos no abiertos

Tu soplido en mis párpados
es despertarse feliz,

puede no saberse de murciélagos
(tontos ángeles negros)


me imaginan amores
y no es nuevo tu amor.

como cualquiera
cualquier día
por cualquier calle,
no es nuevo tu amor,
te amo tanto nuevo
como ese leve soplido en mis ojos
en mis vitrales oscuros tatuados por el miedo.

Mercedes Sáenz

miércoles, 21 de julio de 2010




¿YSI NO VUELVO A VERLO?



Esto fue así, así cómo lo digo.
Era la primera vez que lo veía por aquí. Venía caminando en un día de bastante frío, con un buzo oscuro y nada más que se viera. Un poco los ojos dieron vueltas para arriba, no sé si miraba el cielo o la parte de arriba de la pizzería en dónde yo estaba trabajando.
El sol a mí me daba tibio lindo sobre el vidrio.
Se paró entre un poste de luz de la esquina y un árbol pegadito que en esta época se pone totalmente colorado. Exactamente al lado de un basurero de hierro con tapa del tamaño de un baúl grande. Más grande que él.
Lo miré un momento y le sonreí. No contestó a mi saludo. Miles de razones deben de haber habido de las cuales algunas se me cruzaron pero seguí escribiendo sobre una máquina que es lo que en ese momento estaba haciendo.
Cada tanto cruzábamos miradas muy cortas, no sé cómo era la mía, pero las de sus ocho años, le calculo, eran cómo si no me viera.
No oí el ruido pero mis manos se levantaron de las teclas en el momento en que la tapa del basurero se cerraba sin nadie del lado de afuera. Nadie en la esquina.
Me levanté con la velocidad que pude pues no alcanza la claridad para pensar todo junto, son sólo unos metros nomás, sólo unos metros, sólo unos metros…
La abrí intentando ignorar su peso y desde adentro cómo un gatito asustado saltó con un embrollo sostenido en las manos y un pedazo de bolsa negra de residuos rota que se voló de uno de sus hombros.
No quise gritar para que no pensara que era un reto. Dije un tonto “vení por favor” pero corrió cruzando en diagonal el asfalto por dónde circulan toda clase de motores en ambos sentidos.
Lo vi. doblarse en la esquina creo que para que no se le cayeran las cosas que tenía dentro de su buzo doblado cómo una bolsa. Se le veía la piel de la panza.
La tierra quieta por arriba del mundo, dónde todo no parece pasar.
Si no vuelvo a verlo, mi llanto no sería ni un menos…

Mercedes Sáenz

viernes, 9 de julio de 2010

PAREDÓN PENITENCIA



No es tan oscuro cuando apoyo la espalda
se hace duro de frente
si el cielo es lo único claro cuándo no llueve.

Paredón de todas aunque se sabe que está prohibido escribir.

cuando no nos miran la birome muerde el granito espeso, el mismo
que se hace almohadón de pelo y frente si alguna llora

la tierra floja en los pies siempre sin apuro
siempre hay dónde ir, siempre nos dicen

Antes de ver los los ojos, los últimos ojos
se hacen ciruelos, de fruta y flor.

Sol temprano de mate cocido, reloj de comida en plato de lata.

Alguna vez quise ser seda blanca, antes,
antes que mis manos apretaran su garganta.

Las bocas preguntan y no hay labios ni lenguas

La impotencia de las noches ya no es furia y el cielo
ya no tiene estrellas para llevar


Suele disolverse el paredón en la noche.

Pero el miedo suele ocuparse de todo.


Mercedes Sáenz

martes, 6 de julio de 2010

LO QUE NUNCA SE SABE



Hay veces en la vida que no nos entendemos con palabras, que sería necesario que los ojos estuvieran cerca de los ojos, las manos tal vez pudieran tocarse con la fraternidad de un amigo y seguramente todo aún lo inentendible estaría todo dicho, sin dar explicaciones que por escrito no tienen ni siquiera la cadencia de la voz.
Lo vivido y lo imaginado tienen límites muy finitos. Ante esa frontera sólo pongo el amor y la gratitud y sólo quiero que quién lo merezca tenga lo mejor que pueda tener en el mundo.
Esas cosas que nunca se saben suelen saberse con un abrazo. A veces no es posible darse ese abrazo.
Una vez usé la frase de Mario Benedetti, no es una lástima, es una tristeza.

Y estoy triste.

Mercedes Sáenz