sábado, 27 de agosto de 2022

 

 

NOCHE

 

Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente. Alejandra Pizarnik

 

 Oscuro cielo de estrellas a ponchadas tan grandes cómo las quiera. Una brisa, no suelo usar esa palabra, tanto más me gusta el viento suave. La brisa me parece un suspiro siempre aunque se sostenga unos segundos, el viento suave es un secreto, un susurro, un canto de río en el aire. Sucede que cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás, tal vez algo cansada de escribir y me pinté una noche de olores y pasto dónde se apoyan las palmas de las manos para sentir que la tierra se ha quedado quieta por un segundo, aunque uno se sienta volando. Pero abrí los ojos. Y sucede también que estoy sentada en una silla. Frente a un bicho enchufado sin patas que va a hacer exactamente lo que le diga, sí sé decirlo, y a la mayor velocidad posible.Mi cuarto está a oscuras sólo con la luz cuadrada de la pantalla, estoy esperando que amanezca. En esos momentos mis recreos suelen ser recorrer espacios cibernéticos de otros sitios, todo en minutos de menos segundos, doy vueltas un rato por un Octavio que están escribiendo y que me encanta y vuelvo a cruzarme de piernas cómo una india y a seguir escribiendo. Cuándo no puedo hacerlo de día intento leer por las noches. Pero en el inventario de mis disparates tengo dos o tres libros que abro en cualquier hoja, ya leídos unas tantas veces. Uno de Onetti, el que primero alcance la mano, unas obras completas de Borges, un severo John Irving que me encanta pero debo de prestarle más atención si hay mucho cansancio en mi cuerpo. Pero a la que vuelvo loca es la amable Alejandra que quiera o no quiera necesito abrirla al menos un ratito. Y me levanté de la silla y derechito abrí, porque solito el cerebro lleva cuándo ya conoce el camino y además los libros tienen esa permanente amabilidad de abrirse dónde más se los ha marcado. “Se prohíbe mirar el césped”, leí una vez más, algo publicado en Sur en el 63, lo sé de memoria, y horas pueden hablarse de lo que esta mujer hizo con las palabras en su corta y atormentada vida, pero voy sólo a su título aunque el texto tiene tres renglones maravillosos. Sacar de contexto cualquier frase de Alejandra es un riesgo terrible porque dónde la pongas, la digas, la recuerdes, la recites o la escribas ,va a traspasar tantas cortezas desconocidas del cuerpo que lo último que vas a recordar es que cada tanto uno debe dormir algo.Suelo decir malas palabras cuándo un escrito se lleva toda mi emoción y toda mi adrenalina, es para contrarrestar un poco.Creo que en realidad estoy tan cansada que no puedo escribir, tampoco leer mucho y entonces me fui a pasear un poco por esos laberintos de la vigilia. Alejandra en general es la responsable de esos paseos, por sus palabras impetuosas y puras, violentas y sencillas, por ese adn propio que no le conozco a otra escritora. Me sucede con poco éxito en el papel pero una sola frase de ella me dispara un montón de historias. Me imaginé su frase “se prohíbe mirar el césped” pegada en enormes ventanales en las aulas de un colegio inglés, dónde el edificio es una isla en el medio de un verde sedoso, silencioso y parejo. Me acordé de un cartel en el bar de unos dignísimos gallegos frente a la facultad de medicina, que decía "prohibido estudiar" queriendo sólo que no les ocupen las mesas un millón de horas sin consumir nada. Esto tiene la palabra paseando por la vigilia. Volveré a mi noche de mil estrellas y veré dentro de un rato que hago con ellas.

Mercedes Sáenz

 

viernes, 12 de agosto de 2022






 QUIERO PEDIRTE UN FAVOR 

Fueron días bravos, de amigos, de hermanos, fueron días en que la muerte coquetea por las puertas de los conocidos y a veces entra, a veces amaga y se va.

Fueron días en que mi cuerpo tuvo muchos dolores por distintos motivos. Yo ya no sé distinguir si son una nimiedad o me están avisando de algo. Ya no importa. Nunca creí en el suicidio y ahora menos. Tengo los mejores hijos del mundo, pero están muy fiacosos para tener hijos. No tengo nietos, por un lado me da alegría porque es como si la vida la saborearan lenta y feliz. Tal vez tiene otros motivos que todavía no han sido discutidos con mis oídos. Les entregué la vida hace muchos años con una sola premisa. En la vida se debe ser bueno y tratar de ser feliz. Sólo eso. Después, entre el Dios que creo que les entregué y el mundo construirán sus vidas.

Terminado este párrafo tan largo quiero pedirte un favor.  A vos, que creo que te vas a dar cuenta que  sos el destinatario sin que escriba tu nombre. A vos que siempre diste generosidad continúa. Sin saltearte un minuto en los que vi tu vida. 

Hace años que no te veo, pero te necesito esta noche y varias noches. Te necesito hasta que pase toda esta tormenta larga y arenosa. Hasta que mis ojos dejen de lagrimear casi sin motivo propio. Hay tantos por los que lloro de noche. Está todo muy enredado, salpicado, tajeado te diría. 

También se que todo va a pasar de la manera que aTata Dios se le ocurra-

Necesito tu abrazo. No necesitas venir ni aparecerte. Yo sé que estás. Y tu abrazo la última vez que nos vimos hace millones de años todavía lo tengo en la piel. Fue el más sincero de toda mi vida, el más lleno de amor, el que llenó mis células y todo mi cuerpo sin una gota de erotismo. Tu amor fue siempre demasiado puro.

Quiero pedirte un favor, pasa por mi cama esta noche, tírame el pelo para atrás (seguro esta todo enredado) y dame un beso en la frente y abrazame con tanta fuerza que me tenga que despertar para agradecerte.

Sólo eso. Ya sabés ser un ángel sobrevolando por todos lados. Te pido unos días para mí. No dejes de atender a nadie, pero por favor, pasa a visitarme. Voy a devolverte tan fuerte ese brazo, tan fuerte, que va a ser una manera de agradecerte todo el amor que sentiste por mí.  Y yo jamás lo olvidé. En el alma esos amores no se olvidan ni tampoco la mirada de esos ojos azules.

Seguramente esa mañana despertaré más feliz.

Ah, y decime en secreto al oído si querés que haga algo por alguien, sin duda voy a tratar de hacerlo.

Desde ya mil abrazos y mil gracias

Merci


viernes, 22 de julio de 2022

 

HOMBRE DE POCA PALABRA




Están aquí los siete dolores de la tierra
las agonías pasean ahora
en la ciudad de mármol
con los otros muertos.
Impiadoso y mudo
desapareció tu nombre
dejando en el aire de arena
un tajo oblicuo hacia el cielo.

Es hora de irme,
el día sin empezar
desmoronó en el borde
sin brazos el último secreto.´
Es hora de irme,
ya no creo en la imaginada eternidad
de tu palabra.

Mercedes Sáenz

domingo, 10 de julio de 2022

 MIÈRCOLES A QUÈ LA TARDE

La cara cruzada por la calle, la mano pasó cerca de los ojos como si tuviera arena. Apenas podía respirar con el apuro inmóvil porque las otras dos la estaban esperando.
Cada miércoles a la tarde en un departamento del quinto piso de un barrio del norte se encontraban las tres. Sin dar explicaciones hace tiempo que Maggie estaba llegando tarde.
Subió por el ascensor sin mirarse al espejo. Bajó los ojos para ver el ruedo de su pollera y los colores orientales giraron alrededor de sus piernas tocando los talones de sandalias bajas de tientos de cuero y una tobillera de plata que la había convertido en esclava sin dueño.
Se sacó el anillo de su anular izquierdo y lo soltó en su bolsa de arpillera.
Tocó el timbre con un dos tres dos que era su clave. En la puerta los besos formales se cruzaron sin hacer tambalear la copa de vino de la mujer que abrió la puerta.
- Maggie, - cariño sin sorpresa, como gato echadito en el mismo lugar - ¿tomás algo?
- Lo que vos estés tomando. - Y se sentó en un sofá blanco.
Botella de vino tinto con un moño rojo, más cara de lo que cuesta toda una tarde en la peluquería y tres copas comunes.
Estela sirvió dos deteniéndose en lo que pensaba su buena costumbre. Laura tomó una.
Prendieron tres velas antes de apagar las luces de sombras benévolas que entornaban los ojos. Las caras
perdían su edad y los cuerpos prendían una liviandad gesticulosa y felina.
- Brindemos - dijo una - Hoy hace tres años que salimos de Alcohólicos Anónimos. - Ya ni siquiera como pacto secreto el vino se llevó por las gargantas un río oscuro de palabras.
Estela empezó primero cuando pensó en la sangre de Cristo, ese al que varias veces le pidió ayuda y del que no obtuvo respuesta. Tampoco nada le respondía el señor de las redes cuando a cualquier cruz que encontraba contra la pared la ponía con los pies para abajo o la rompía cuando no podía volver a crucificarla. «Si me habré cansado de hacer lo que pedías, cada domingo, cada día de familia de película americana, planchando equipos blancos perfectos que nadie notaba ni al rayo del sol fuerte». «Te corto los pies» le dijo a la última cruz cuando su marido ya no estaba y sus hijos tampoco y escribió ESTELA en las simétricas formas. Horizontal y vertical. «Vas a tenerme encima de vos todo el día y no vas a poder ir a ningún lado, porque yo no voy». La cruz quedó siempre en la mesa, a la altura de las rodillas cerradas, en el medio de la bandeja de puro café, junto a las llaves que se dejan de pasada.
Laura tenía el pelo no demasiado largo, se lo cortaba con hojitas de afeitar, tomándose todo el tiempo que fuera necesario, de frente y perfil con un amor prolijo a la paciencia de sus años de peluquera en Villa Urquiza. Su cara era muy linda, también sus dientes. Nunca dejaba de ser linda, lo decía su tutor de Alcohólicos Anónimos que estaba perdidamente enamorado de ella. Ella no, pero vivía con él.
El vino de Laura dio vueltas por sus dientes y paladar y volvió con un suave soplido a su copa. Tragaba el vino en el segundo intento. Hacía lo mismo con cada sorbo, todo en su vida quiso hacerlo dos veces. Más de dos nacer y morir. En la doble A se hizo amiga de Estela sólo para copiarle los colores de la ropa, Estela de azul caro, precario azul para Laura. Las velas se ocupaban de desaparecer los cuerpos por un rato y los ojos de Laura y Estela estaban en alguna parte.
A Maggie le costó mucho menos dejar la droga que el alcohol, era la más joven y la que hizo casi siempre lo que se le dio la gana bastante parecido a lo que podía. Ahora no sabía cómo hacer para traicionar ese rito de los miércoles. Las pastillas que tomaba las tiraba en la cartera de la misma forma que tiraba el anillo que Julio había puesto en su dedo. Tres años de Maggie haciendo todos los miércoles lo mismo.
Levantó la botella de vino y suavemente dibujó una línea en el sillón blanco hasta agotar el contenido. La copa invertida en su mano la bajó hasta el muslo y las últimas gotas desaparecieron en los colores de la pollera. Llegó hasta el ascensor y sola de pie quedó la copa en el piso y la miró desde tan alto - princesa airosa del mil dos defendiéndose en un juicio, la pensó - y se sonrió recordando a esa hora la mochila atropelladora del 5° «B».
Prefería no saber si alguna vez volvería. Prefería saber cómo era la vida con el prolijo de Julio y las clases de pintura. Necesitaba alguna estructura para poder derrumbarla más pronto cuánto más aburrida.
Mercedes Sáenz
Puede ser una imagen de lago, árbol, naturaleza y cielo
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martes, 14 de junio de 2022

VOS ERAS




VOS ERAS



Te conocí en alguna tarde de mi memoria, te senté al lado mío para leer, escribir, respirar. Sin eso no empezaba el día. Te inventé un espacio y un cuerpo que se acomodaban al mío.

Haces de mi vida secreta lo feliz que no puede saberse, cómo si camináramos naturalmente por la calle cualquier día.

Desnudos los cuerpos, insiste tu brazo en arrancarme el sueño. Tu amor cien veces buscando lo que quería, con la astucia del sediento por encontrar agua.

Desconocer lo opaco y lo ciego dónde empieza la orilla de la noche, no saber del miedo, pero despertarse puede hacer volar los ángeles que estuvieron.

Todo, sólo en lo que mis ojos ven abiertos.

Y entonces soplaste mis párpados, vitrales oscuros tatuados por el miedo.

Un golpe bajo y es la derrota (silenciosa), que no se va cómo las huellas del reptil cuándo mató y vuelve sobre su huella caliente.

Se hace inmenso callarse, enmudecer hasta los dientes que no pueden temblarse.

Se siente la traición, vaporosa, de tules, no sangrienta, ni de capa y espada. El alma se sacude. La única palabra se aplasta contra el vidrio dibujada en un plano vacío.

No conozco la venganza, me debilita, me hace multitud,

Decime despierta o dormida qué hacer.

Vos eras el sabio que solía explicarme.

Mercedes Sáenz

sábado, 28 de mayo de 2022

 A NUESTRA MADRE


En el cielo de poetas encontraré las palabras?

No creo

 

 

Dar vuelta por sus ojos justo cuando no te mira

Solamente así se puede ver el color

Azul a mares y verde pasto nuevo y gris tibio de cenizas

Si esos ojos te miran desaparecen los colores

Son dos mundos mágicos que todo lo escuchan

Con inteligencia, paciencia y ternura.

Mujer de viento, rodete y aljibe

Mujer de heridas y raspones curados con un soplido

en un sur absolutamente solitario.

Mujer de la calle Arroyo y atrio de la parroquia del Socorro.

Fue lo mejor que pudiste pasarle a papá,

preguntó por vos cada día de su último cansancio.

Nunca pudimos doblarte madre, tu metro setenta se levantaba mil veces como una esfinge.

Tu resistencia es la valentía que no tiene nadie.

Me hubiera gustado escribir tu vida, pero mi mirada sola no alcanza y somos muchos hermanos.

Envolvería tus hojas escritas con un zócalo de azulejos  azules, adentro con notas de Verdi y el viento de tu mar. El sol lo llevas puesto en la piel desde hace años.

Yo era chica, veníamos caminando y tenías puesto un vestido lindísimo, en el espejo de una vidriera me preguntaste ¿Algún día caminaré como Sofia Loren?

Tan niña también madre…

Y sierra Leona cuando tuviste que defendernos de revistas sonsas

Hay varias formas de mujer escondida y aparecen en cuanto te llamamos

Creo que ni los mosqueteros dieron tanto, pero vos sin juramento

Mujer a la que en las crisis más grandes no paraba de leer, y aún con tiempo para escribir en su pared, el soneto de Bernárdez…si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido… Bernárdez nunca supo que además de que todos lo sabíamos de memoria, se convirtió en las tablas de su ley.

Muchas veces la he visto caminar de lejos y siempre tenía la sensación de que alguien la seguía. A veces se daba vuelta con una sonrisa quieta. Estoy segura que le preguntaba a nuestro Dios si quería algo de agua. O le decía que ya la había ayudado bastante, que siguiera nomás.

 

En algunas de esas esquinas te pierdo madre, no sabía cómo, además de todo, tarareabas un tango o una ópera despacito. Creo que en fondo no sabía leer tu coraje. Cuando la mirada declina y se cansa y se aquieta el fuego, la admiración no permite ciertos razonamientos

Si hubiéramos sabido que hubiéramos podido hacerte más feliz, respirarte despacio, con el corazón en calma y el alma apretada de orgullo.

Creo que alguien te trajo de otro mundo y se olvidó de darnos la llave de tus secretos.

Me gustaría sacar las estacas de todas las sogas

Y a tus casi 94 años, sentarme horas con vos mirando el mar…

Gracias madre nuestra querida.

Mil veces Gracias

Mercedes Sáenz


jueves, 26 de mayo de 2022


HUÉSPED QUE NO AVISA

Amanecerás de nuevo,sin ninguna palabra.

transparente cómo una lámina de aire que puede doblarse.

cómo un absurdo inútil sin forma.

Impiadosa hacia mí

me miras con un versículo en un ojo que mi fe desconoce

y te miro, tristeza,

cómo un mojado cartón,una montaña invisible que no modifica ninguna escena,

Es un ruego tal vez que des vuelta la silla,

ya soy testigo de mí inventando nombre a las fisuras. 

Él me ha perdido pero en cada quebradura él sigue ahí,dónde los huesos queman 

porque ha mordido el dolor todo lo blando. sin detenerse, sin distinguir.

Si no te vas, no me mires al menos,

la silla esa es mía.

Mercedes Sáenz


TRADUCCIÓN DEL MAGNIFICO PÉRE BESSO


MIL GRACIAS QUERIDO AMIGO!!!!!


HOSTE QUE NO AVISA

Llostrejaràs de nou,

sense cap paraula.

transparent

com una llàmina d’aire que pot peglar-se.

com un absurd inútil sense forma.

Impietosa cap a mi

em mires

amb un versicle en un ull

que la meua fe desconeix.

i et mire, tristesa,

com un cartró mullat,

una muntanya invisible

que no modifica

cap escena.

És un prec tal volta

que giravoltes la cadira,

ja sóc testimoni de mi

inventant nom a les fissures.

Ell m’ha perdut

però en cada trencadura

ell resta,

on els ossos cremen

perquè ha mossegat el dolor

tot allò moll

sense detindre’s, sense distingir.

Si no te’n vas, almenys no em mires,

aqueixa cadira és meua.