jueves, 2 de mayo de 2024

 


JUSTO

Sucede desde que mis ojos cansados empezaron a ver otra transparencia.
 La de otros ojos.  
Esta vez son los ojos de Justo. No es el color ni el tamaño, son sus monosílabos esdrújulos.
Para quién no sepa, Justo Pedro Sáenz es uno de mis hermanos.
Secreta, enorme, armoniosa y dispersa es su propia geografía.
Por sus ojos hay que bordear las costas de su valentía,  su pulsión incansable y el propio tsunami de potros y polvareda.
No voy a poder descifrar todo lo que hay entre su cielo y su lodo.
Puedo, después de tantos años, entender como sostiene la mirada, como la deja quieta en una tranquila lentitud cuando su corazón se extiende sin reservas.
Muchas veces tuve ese corazón en el mío sin  que atropellara jamás mi pequeñísima dignidad.
Tantas veces paredón de soporte. Tantas veces “hermanita por ese lado no es”.
Esta pandemia condiciona muchas cosas. Y los tiempos sólo vuelven como quiere la memoria. 
Alma de viento, galope de potro, quebracho sobre mar tranquilo,
Creo que tu materia gris no es de este planeta, va a ser difícil terminar con un simple muchas gracias. Quería dejártelo escrito.

P.D. Somos nueve hermanos. Y poco me entero que hace por los otros… y sé que lo hace