sábado, 26 de diciembre de 2009

MULA POR CABALLO

Pimer premio del I Certamen de Salamaga "UNA NAVIDAD DIFERENTE"



MULA POR CABALLO







Querido Santo Dios:
En mi tierra a usted le decían el Tata, pero me enseñaron a escribir con respeto.
Yo sé que sabe todas las cosas que me enseñaron. Pero empecé a escribirles a los reyes magos que sólo tenían que venir una vez al año y no me entendían la letra, nunca dejaban nada de lo que yo pedía, hasta que dejé de creer en ellos.
Le dejo esta carta cómo todas las navidades, cambiando un poco a veces las líneas anteriores, porque el seis de enero la rompo para empezar si usted lo dispone, otra vez la vida de vuelta.
Yo sé que usted anda por tantas partes con tanto por hacer especialmente por estos pagos, que creo que si le escribo también es una manera de que se acuerde, que se le haga más fácil.
Eran tiempos en que los colores de las montañas aún no se habían bajado de mis ojos, muy al sur desde dónde usted mira el mundo. Era nómade en ese entonces. Supe de tener familia pero la tierra brava suele llevarse hasta eso. Y ha quedado arropada cómo pude con una cruz hecha de piedra. La piedra que usted hizo, no suele moverse salvo que el golpazo venga desde muy abajo y todo tiemble, y a eso hasta ellas suelen hacerle caso… sólo a usted le tienen miedo.
Es cuándo solo uno se siente bastardo cómo si no lo hubiera parido esta tierra, espacio es lo que me sobra para escapar, pero ya debe de saber usted que no es mi deseo
-¿Se acuerda de mi rancho Santo Dios? Es sólo un cuadrado pero con la modernidad de que el baño hace ya dos años que lo hice adentro.
El piso es de tierra, pero no es por no haber querido ponerle piedras. Cuándo ya estiro las piernas porque empieza a endurecerse mi espalda (no ensucio las alpargatas), es la forma que tengo en estos fríos de poder estar descalzo.
Voy a pedirle lo mismo que todos los años, que los álamos no se caigan, que no se me nublen los ojos cuándo esquilo las ovejas, que no me enoje tanto cuándo el viento me envuelve cómo si fuera a llevarme para los cielos suyos, porque creo que todavía tengo mi cielo acá mientras pueda mirarlo.
Que la próxima vez que vaya hasta el pueblo estén los que estaban y si usted puede que a ninguno le falte nadie.
Hoy hice todo temprano antes de empezar a escribirle esta carta. ¿me vió cortando la leña mucho antes del sol? Traje el agua para el baño y preparé la comida.
Elegí quedarme en un rancho al borde de un río color pupila, toma de los ojos todos los colores que conozco, y así cerquita del suelo puedo verlo, amable y caprichoso pero no suele irse de dónde lo pusieron.
Sé que está soplando el viento, pasa por debajo de la línea de mi puerta. Mueve apenas la tierra del piso.
La camisa blanca no envejece porque suele tener siempre alguna prenda encima Las alpargatas recién lavaditas, cómo todos los años para su fiesta Los pantalones que son mi lujo, renegridos de un principio si van goteando tiempo. Sabía vestirme en la época de los ingleses pero ahora alrededor del cuello uso algo más tibio, que lo sienta más tibio.
Cuando estudiaba en mis épocas de ayudante en los ferrocarriles, aprendía poco, no pasé ni el yes, que se los decía con la cabeza, para arriba o para los costados.
Ya pasé por muchos años y nunca me amigó la política, ni las componendas y más de una vez me han hecho pasar por zonzo, decían que ni amigos tenía, pero yo sabia que usted estaba.
Acepté siempre lo que me dio cómo lo da un amigo y lo que no me ha venido sabrá usted de sabio nomás.
La cacerola de hierro pesado está quieta sobre un enrejado, tapada cómo si guardara secretos... si otras manos la hubieran llenado.
Solía tirar arriba del fuego alguna que otra cosa de carne pero mi perro hasta sabe llevarse el pescado. Nunca pude pegarle porque es en lo único que no obedece
Me han quedado pocas cosas de mis otras vidas, de las que alguna vez me hicieron estudiar casi a los golpes. Pero el catecismo me lo enseñaba mi vieja en unos libros chiquitos de colores y dibujos, más dibujos que letras y ella decía siempre que cada navidad uno nacía de nuevo para volverse más bueno.
Ya se hace la nochecita.
Me voy a ir a buscarlos, al chiflido nomás me siguen a paso corto. La más difícil de entrar es la mula que siempre desconfía al pasar por mi puerta y algún par de pataditas tira, casi de saludo nomás porque no le pega ni al barro de las paredes. La vaca y la oveja son dos niñas parecidas a las que alguna vez vi. en alguna estación de tren, caminan pegaditas ignorando sus ancas cómo las niñas que tapan sus caderas con vestidos de telas generosas.
Mucho tiempo me llevó acostumbrarlas para no pasar la noche de Navidad solo.
Yo le escribo Santo Dios porque acá no puedo armar un árbol.
A cuarenta leguas tengo el pueblo más cercano y el carro cuándo me lleva si usted viera la cara al caballo… Parece que no me mirara por dos días después.
En estos tiempos más se enoja porque hago entrar a los otros animales dentro del rancho pero en su pesebre me dijeron que no había caballos.
La mula anda media vieja ya, quería preguntarle si en caso de que el año que viene me faltara, usted me daría permiso para que entre el caballo. Lo empiezo a acostumbrar cuándo haga frío y en caso de necesitarlo... Digo, es lo más parecido, la mula no voy a poder truquearla por otra, pero un caballo tal vez sí.
Paso la noche en la silla, con guitarra y un vino muy largo, hace luces contra las brasas y es lo que quedo mirando cuándo los animales ya se ubicaron quietos.
Eso de acostarme en la cama sería una irreverencia al pesebre de cuándo usted era niño. Velas se suele tener en estos lugares y ya las dispongo cerquita de la virgen mía. Me perdonará seguro si se acaban antes de las luces que por horas me dibuja el vino. Eso me hamaca en recuerdos, les hablo un poco bajito a los pobres animales cuando ya les saturó el canto.
Ya se hace la nochecita, voy a buscar los bichos y le termino la carta.
En realidad que le voy a andar con vueltas mi querido Santo Dios. Usted ya sabe que la mula más temprano la he visto tiesa y que con su permiso voy a demorarme un poquito porque voy a tratar de hacer entrar al caballo.
Se hace la nochecita pero le juro, que todo parece más oscuro.
Seudónimo: Caacupe

MERCEDES SÁENZ




He leído en el libro digital de Salamaga "PODREDUMBRE HUMANA" de María Gemita Jaime Cataldo (pseudónimo Hércules) y me ha parecido excelente. Felicitaciones y un abrazo!

He leído en el libro digital de Salamaga "EL VIEJO EN EL TEMPLO" de Alejo Urdaneta (pseudónimo Ezequiel) y me ha parecido también muy bueno. Felicitaciones y un abrazo.

Mercedes Sáenz


Vínculo de la publicación en el blog:
LIBRO DIGITAL CON LOS RELATOS GANADORES DEL I CERTAMEN DE SalamagA: UNA NAVIDAD DIFERENTE 2009

ALEGRÍA Y AGRADECIMIENTO POR EL PREMIO DE SALAMAGA

QUISIERA QUE FUERAN MIS MEJORES PALABRAS, PARA AGRADECER A SALAMAGA HABERME OTORGADO EL PRIMER PREMIO POR EL CUENTO MULA POR CABALLO EN EL I CERTAMEN DE "UNA NAVIDAD DIFERENTE"

AGRADEZCO ESPECIALMENTE AL JURADO, A LOS SEÑORES TOÑO JEREZ Y LUIS GUERRERO Y A MAGAOLIVEIRA ADEMÁS, POR LA ORGANIZACIÓN Y POR COMPARTIR CON NOSOTROS ESTA ALEGRÍA.

FELICITO A TODOS LOS FINALISTAS A QUIENES YA LES HE HECHO LLEGAR MIS PALABRAS

A TODOS A LOS QUE ME HAN HECHO LLEGAR COMENTARIOS TAMBIEN MI AGRADECIMIENTO.


UN INMENSO ABRAZO DESDE EL CORAZÓN!!!

MERCEDES SÁENZ

miércoles, 23 de diciembre de 2009

OJOS





Me voy a dar unas vueltas por las caras del tren. Es todo un mundo. Ayer encontré los ojos más impresionantes que había visto en mi vida. Era una chica de unos diez y seis años más o menos, no sé demasiado de etnias pero creo que eran algo así cómo árabes, el resto de la cara podía ser natural de nuestra tierra.
La tenía parada al lado pero me daba vergüenza mirarla muy fijo. Parecían puestos allí por un milagro, desde el primer contorno hasta la última calidez que salía de sus pupilas. Había demasiada diferencia en lo blanco del ojo, era medio celestón, entonces el negro de las pupilas en una forma totalmente almendrada daba un efecto tan real pero irreal al mismo tiempo. No parecía tener tatuajes bordeando los párpados. Creeme eran dos alas de mariposas. Tanta serenidad tenían esos ojos que parecían no percatarse de su belleza propia y silenciosa.
Sin duda no eran ojos para tener solamente en una cara y acá te contradigo padre, vos decías que los ojos más lindos del mundo puestos sobre una mesa no valen nada. Estos ojos sí padre, porque no los veo con la morbosidad de ver unos ojos muertos pero vivos. Tanto dibujo animado, tantas cosas que se hacen en la compu, me animo a poner esos ojos vivos sobre una mesa y que sean bellísimos, claro que sin que la dueña sufra nada, tal vez con esas nuevas formas digitales tridimensionales que parecen que las cosas estuviera y no están, es sólo una ilusión, pues bueno sería tener por un rato esas bellezas sin dueño sólo para admirarlas, después de todo, no necesitaría tocarlas, sería sólo para mirarlas un rato.
Mi pregunta era si mirarían curiosos, o pestañarían o lagrimearían algo por el humo de algún cigarrillo o por el soplido pequeño de un envión de polvo, entonces ya parecerían vivos y yo me contradigo.
Después de todo serían una bella pintura, una foto, una escultura muy bien plasmada sobre cristales o hierros sólidos de tal manera que su fragilidad fuera tan fuerte que si quisiesen, sin permiso de nadie, salieran volando.
Vuelve a suceder, las cosas se viven en ese instante.
Ni pude mirarlos demasiado, sólo pude disfrutarlos ese rato y después imaginar en cuántos lados pondría esos ojos para mirarlos. Cómo me ha sucedido siempre con cualquier cosa bella que veo, la transporto en la emoción de mi memoria y después la paseo por distintos escenarios de la realidad, de la imaginación y de la locura.
Mercedes Sáenz

sábado, 19 de diciembre de 2009

MUY, MUY FELICES FIESTAS!!!

MUY FELICES FIESTAS PARA TODOS LOS QUE HAN PASADO POR AQUI Y PARA TODOS AQUELLOS QUE POR AHI PASAN!!!


UN FUERTE ABRAZO Y MIS MEJORES DESEOS PARA EL AÑO QUE EMPIEZA!!!



MERCEDES SÁENZ

viernes, 27 de noviembre de 2009

CON GALERA

Agradezco a la escritora y además corresponsal de Artesanías Literarias Elsa Janá Trillo, los cambios y correcciones que me sugirió para este relato.
No quedó cómo debiera, pese a su exclente criterio. El resto de mi persona lo dejó cómo pudo.
Pero es simplemtente un regalo para alguien que cumplía años
Gracias de Nuevo Elsa y feliz cumple al que ya los cumplió. Un fuerte abrazo


Mercedes Sáenz


CON GALERA


Para poder mirar al mundo cómo quiero, tuve que aprender lo que decían las cosas, ahora, ahora mirarlas cómo quiero, es libertad. Mercedes Sáenz

Pasé por su puerta, (es decir no tiene puerta). Sobre el marco más alto de la única ventana que llega en su parte de abajo a unos cuarenta centímetros de la vereda, hay un número arriba que dice 2311. Siempre creí que eso era una planta baja, pero él dice que es el piso ochenta y que desde ahí no se piensa bajar.

Esa ventana parecía sin él tan sola cómo una de esas calles que se vislumbran sin vida antes de llegar a dónde acaban. Cerrada cuándo el no abría, las cortinas sonreían limpias como las de las abuelas de puntillas y no hacían ruidos las maderas ni las bisagras cuando su pedazo de espacio dejaba que el mundo le entrara a visitarlo cómo si fuera de fiesta...
Nunca salía a hacer compras, no compraba el diario, pero siempre estaba enterado de todo. Varias vueltas manzanas di queriendo buscar otra entrada, pero todos los que vivían allí me habían visto nacer, y juraban que esa ventana era un pequeño depósito (que quedó) cerrado para siempre, cómo parte de una casa que se vendió, con el trato de no abrirla nunca... apenas tres metros cuadrados por una historia siniestra que nadie intentó averiguar ni siquiera para tirarlo abajo.


Yo paso todas las mañanas, no golpeo los vidrios, cómo si supiera mi llegada.
Nadie parece verlo nunca ni a mi tampoco cuándo paso por ahí.
La única vez que intenté llegar (muy despacio,) haciendo el mínimo ruido, en puntas de pie, con esos saltitos de sortear pedacitos de agujeros del suelo, la ventana se abrió como si la hubiera movido un soplido de terciopelo.

Le dejo lo que escribí la noche anterior y a la mañana siguiente me hace una devolución de lo que entregué. Varias veces le pregunté su nombre pero misterioso o terco juega conmigo a que su nombre es lo menos importante. Nunca supe porque me parecía tan inteligente.

Esta mañana en cuánto llegué me recibió de boina negra, mientras me devolvía mis escritos con las correcciones atinadas, cambió su boina por un bombín negro y mientras cambiábamos palabras extrañas en su rutina se puso una galera. Extendió la mano con los papeles y vociferó una fea palabra. No sabe delante de mí quedarse perplejo por la cara que le pongo, es un lado oscuro o desconocido que lleva pegado a él, cómo si a nada reaccionara cuándo no quiere hacerlo.


¿Se acuerda la última vez que la vi? ¿En San Juan?- me dijo
- Sí, usted quería darme unos pocos de la luna, pero no del valle de arcilla, quería sacarle un pedazo de piedra a esa masa luz generosamente prestada.
- Le quiero pedir un favor-suavizó en la voz.
Contesté mi claro más amable.
- Quiero tomar el té, uno bueno.
- Traigo todo, no se mueva.
- Todo no- me aclaró- usamos de bandeja el borde de la ventana. Eso si, por favor los bollos los quiero con crema pastelera.
Obedecí feliz paseando mi rareza de caminar entre todos con cosas en las manos como si nadie me viera.

Los dos de pie, con la ventana asomándose en los cuerpos cómo la borda de un barco, nos mirábamos más a los ojos más que al té sobre la mesa de cemento sin patas.
-¿Por qué se puso galera?
- Para poder hacer una reverencia, una sola, y que quepan allí todos los pensamientos que voy a soltarle, es la pala más grande de sombrero que se me ocurrió. Además me queda bien para despedirme.
¿Y por qué?
-No preguntaste por qué el día en que empezaste a verme.
No vio mi cara cuándo me la tapé con todo el pelo. Era la primera vez que me tuteaba. El pelo es buen telón para la vergüenza.
¿Y a dónde te vas ahora?
- A Córdoba, hay una escritora ahí que necesita un poco de ayuda, está dejando el tiempo que no tiene para ayudar a escritores que no pueden hacer llegar sus letras hacia otros lados. Pero ella sabe escribir, vos estás aprendiendo.
- ¿Y ella va a poder verte?
No creo, voy a tener que llegar a través de uno de sus alumnos, que seguro, seguro, ya sabe que estoy llegando.
¿Y yo me voy nomás?
- ¿De dónde? Si nada te impidió jamás estar en todas partes.
- Gracias por el té.
¿Por el té? -Vociferó dejando bien clarito que no había sido lo importante
Perdón, algunos mandatos con los que se viven…
Me di vuelta con lágrimas que seguro las sabía y me fui rápido a tratar de escribir esto, esto que para nadie era cierto.
A la mañana siguiente una bolsa de papel cartón llena de migas esperaba ocupando muy poco espacio que alguien la pasara a buscar.
Y la ventana, verde y descascarada, con los postigos cerrados acunaba un gato placenteramente al sol.

Mercedes Sáenz

miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA PALABRA




LA PALABRA

Dame sólo una línea, la que sin querer derramó el cántaro de agua.
La pisada de aquel que no sabés quién es ni a dónde va.
No borres de la tierra la marca de una túnica que se arrastra al caminar
No guardes al niño que dibuja la arena ni la mano que pintándose primero las marcó en la gruta.
Dame el instante en que el hombre afinaba los ojos para retener los rojos de la tarde. Dame el silencio del alma en las inmensidades aún desconocidas.
Dame cuándo entendido era el porque de los llantos callados al volver de la guerra.
Dame la música del viento y de los cuerpos estirando las sombras alrededor del fuego y la alegría no tenía abecedario.
Dame la mano sin decir.
Abrí los ojos hacia otros que se abrirán a los tuyos.
Toma del pan que se lleva el hambre y de la manta que además de sombra tapa el frío. Mira sólo alrededor y en la pequeñez sabrás porque el hombre escribe.
Su inútil mortalidad se hace débil por no poder atrapar el instante.
Porque no se atreve al olvido y entonces todo lo convierte en palabras.


Mercedes Sáenz

viernes, 20 de noviembre de 2009

ANTOLOGIA DE NARRADORES DE ARTESANÍAS LITERARIAS

Antología de Narradores de Artesanías Literarias


Antología de Narradores de Artesanías Literarias, editado por Artesanías Literarios Libros en Septiembre de 2009.

En esta Antología, nos encontramos con Viajes…Vuelos, alas… alas de pájaros, de aves, de moscas, de imaginación, de búsquedas, de fantasías, de recuerdos. De fantasmas… de todo hay en la elección de cuentos; nada igual de uno a otro. La vida, las emociones en movimiento constante, fantasmas imaginarios y reales. Humor, encanto, tragedia, todo pasa por estas páginas a vuelo de ave como paloma blanca de mirada atenta. Cada uno en su estilo, con su voz particular, respetando la palabra y ofreciendo excelencia de relatos. Recorriendo recovecos de infancia, de incertidumbre, de dudas, como un punto de crecimiento. Aunados en algo en común: todos, voces en www.artesanias.argentina.co.il


Paranoia , Mercedes Sanz: Viaje en lancha. Un comienzo de cuento que pasea al lector por un poco de ilógica, hasta que se comprende la situación. Suspenso, aparentes certidumbres o sospechas del lector, que Mercedes enseguida desbarata. Misterio. También aquí el viaje, en lancha, y la mirada del otro, atemorizando. Esa necesidad de frases largas por decirlo todo junto, antes de que se haga tarde. Escondites de unos y otros, y recovecos en el río. Angustias: “hay un arroyo feo que suele estar bajo pero nada lo quiero porque mi pies siempre tropiezan con cosas dentro del agua que parece mansa… Y un final de atraco en el muelle con sorpresa. Con la maestría que le es habitual, nos pinta una realidad a la que ella nunca le da vuelta la cara

GRACIAS ELSA POR TUS COMENTARIOS. UN FUERTE ABRAZO

A CONTINUACIÓN INCLUYO LOS COMENTARIOS DE TODOS LOS CUENTOS
Pájaros enjaulados (el colectivo), Xafier Leib’s: ¿Viaje en colectivo? Abruptamente nos instala en el colectivo, humorística ante la situación de una señora desarmándolo, para sumir a los pasajeros enjaulados en un colectivo inmóvil del que son incapaces de escapar, salvo por el adulto que sigue la voz del niño. Cuántas preguntas internas nos aparecen adentro, al presenciar esas órdenes y contramarchas disparatadas de las que nadie se libera en ¿el colectivo? El humor combinado con lo ilógico del suceso, hace volar la imaginación por el texto. Todos pájaros…pajarones…pajaritos. Otro excelente acierto de Xafier’s.

Un trolebús en el bar Baviera , Carlos Arturo Trinelli: Viaje a las soledades. Ofreciéndonos también humor, pero en un viaje diferente: un trolebús que se toma o se deja, bordeando al filo de la borrachera y la homosexualidad. Maneja la ternura convincentemente y, de pronto, nos arranca la carcajada inevitable. Nuevas soledades sobrevolando el Baviera y la desopilante ¿o triste? Experiencia de pájaros en la mano que deben enjaularse a tiempo. Excelente manejo del personaje entrando en el relato del otro que, manejado por reflexiones muy simpáticas con sabor a trago, le va modificando la actitud, pero jamás las mañas. Y vamos que ninguno de los dos las pierden!

Paranoia , Mercedes Sanz: Viaje en lancha. Un comienzo de cuento que pasea al lector por un poco de ilógica, hasta que se comprende la situación. Suspenso, aparentes certidumbres o sospechas del lector, que Mercedes enseguida desbarata. Misterio. También aquí el viaje, en lancha, y la mirada del otro, atemorizando. Esa necesidad de frases largas por decirlo todo junto, antes de que se haga tarde. Escondites de unos y otros, y recovecos en el río. Angustias: “hay un arroyo feo que suele estar bajo pero nada lo quiero porque mi pies siempre tropiezan con cosas dentro del agua que parece mansa… Y un final de atraco en el muelle con sorpresa. Con la maestría que le es habitual, nos pinta una realidad a la que ella nunca le da vuelta la cara.

Game over , Marta Ravizzi: Viaje en auto. Impecable relato corto de un viaje de terror en familia, y la voz de un niño que, desde el asiento de atrás, se debate en lucha cuerpo a cuerpo con el ejército contrario. Doble victoria: la del niño y la de final de cuento. Y como trasfondo, el espanto de la niñez jugando a la guerra por un bonus de vida.

El escritor espectro , Andrés Aldao: Viaje por los bordes. Nos lleva de aquí para allá, acompañando a un escritor del montón, sujeto a una vida de ahogos, aprietes, censuras, recortes y exigencias, “cumpliendo encargues estrafalarios y caprichos del editor”. Nos regala una minuciosa y realista descripción de la editorial contra las que se estamparán también las fantasías de su personaje, Berger. Subyace al relato, algo así como el porqué de la publicación de esta Antología. La desesperación y un giro inesperado porque la vida siempre nos hace esas jugarretas.

El adiós del piano de la esquina , ElsaJaná: Viaje por mudanza. Extraño recorrerme en este transitar por el “camión de la desesperanza”, en un intento de minimizar fantasmas del pasado que, muchas veces, siguen pisoteando las sombras. Mucho de ternura y mucho de recuerdos. Toques de fantasía y la invención, elementos de los que me cuesta desprenderme en los relatos. Este cuento pertenece al capítulo de una seguidilla de cuentos novelados. Me gustó leerme, “obligándome a volver a ese enorme país del barrio de mi infancia que ya no existe.”

El huésped , Silvia Loustau: Viaje a la infancia. Desde el comienzo misterioso, nos lleva como niños, a develar la incógnita. Despojada de su lenguaje poético, nos introduce en un lenguaje simple y envolvente de cuento de hadas y, sin aviso previo, nos somete al miedo y al espanto de un crecer con fantasmas reales. Nos da respiro con los juegos en la casa de Manuel y su padre, el aviador…Vuelos…más altos que las pesadillas y los aleteos extraños…Aquí aparece la Silvia de lenguaje hermético que conocemos, esas que nos juega en un entrelíneas que arréglatelas para develar…y el miedo…y claveles rojos al río.

Yo soy Borges , Ester Mann: Viaje a la imaginación. Con una carta abre su relato, y con ella, el suspenso y la curiosidad por hurgar en una historia ajena, concentrando en ella todo el interés y la energía mental del lector. Sólo… ¿ficciones? Mann se juega con todo aquí, enredándonos en la aparición del hombre ¿culpable? de “aquella muerte casual en una esquina cualquiera”, que vendrá a desquiciarnos con sus afirmaciones. Decir más de este relato, es romperle el encanto, la precisión, el maravilloso juego verdad-mentira, realidad-invención, yo-o el otro. Así que a leerlo! Y una vez más para quienes ya lo hicimos, cada vez con un aspecto nuevo para descubrir.

El perseguidor de sueños , Ernesto Ramírez: Viaje en tren-en barco-en carta. Una manera muy particular de mostrarnos el paso del tiempo y hacernos sentir la soledad. Maravillosa descripción de la Estación Sañoram, que introduce al lector en el pueblo de la infancia y en la historia. Los cuentos de Ernesto suelen venir plagados de perlas aquí algunas: “A ambos lados del camino, las cunetas, largas llagas supurantes, drenaban la miseria del lugar.” / “Las sombras están heridas sobre los planos, humilladas por el fuego del sol.” Tal como nos tiene acostumbrados, Ramírez matiza sus relatos con todos los ingredientes: olores, colores, luces y sombras, sonidos, naturaleza, pereza y rutina campestre-pueblerina, diálogos precisos entre acotaciones repletas de movimiento y mobiliario justificado como si nos mostrara una película, recuerdos maravillosos y el toque mágico de su vuelo imaginativo. Y un final único, irrepetible, con cámara de cerca, para que la película nos cierre, envueltos en lágrimas de emoción.

La tejedora de vientos , Isabel Ali: Viaje en el silbido del viento. Mágico desde el título. Me retrotrajo a títulos como El Patio de los Vientos Perdidos de Roberto Burgos, o a aquel cuento en el que alguien que atrapaba vientos dentro de una vasija. Increíble propuesta, la de Isabel, que en un lenguaje poético nos entreteje en su realismo mágico, acariciados por una brisa inevitablemente que se desprende de su relato. “Pero lo ovillos más bonitos son los que arma con las ráfagas que llegan desde el este, cuando los tornados se desarticulan sobre el mar y cruzan la costa para…” A leerla, amigos! Y a dejarse llevar por los vientos.

La bicicleta roja , Marcelo Dughetti: Viaje en bicicleta. Una bicicleta utilizada sólo para pedalear al lector en la historia circular, gris, rodándolo como los rayos de las ruedas de la bici. El deseo de lo que no es mucho pero sí, algo mejor que nada. La explotación escondida en los juicios de valor. Un dejo de rechazo al diferente, la defensa por lo que se cree bueno. Las disputas de los chicos como cosas de grandes en miniatura. La mishiadura como si un relato alternativo opcional, restándole protagonismo a la bicicleta roja. Y una notable metáfora del poder en las últimas palabras, salvando sólo por azar al que trabaja honradamente.

Rocío , Alicia Susana Gómez: Viaje en escuela. Sólo una maestra, luchando contra la enseñanza formal, podría escribir esta obra de arte en tan pocos renglones. Porque lo único que hizo es sacar del recuerdo una emoción conservada tanto tiempo en secreto, ¿para que?, si la educación consumista y mimificadora, interrumpe hasta las raíces más profundas.

D.T , Amelia Arellano: Viaje en ¿auto o delirium? Un cuento complejo que atrapa. La autora va dosificando los elementos de reconocimiento de la historia. Maneja los temas de un modo natural, pasando por la simple descripción al suspenso, de allí al terror, de pronto nos involucra en una historia de ciencia ficción, para enfrentarnos con una realidad que se abre casi sin que nos demos cuenta. Y hasta nos hace preguntar ¿cómo es que llegamos aquí? ¿Una lección de manejo de estilos?

El nómade , Laura Beatriz Chiesa: Viaje a caballo. Relato de un matón solitario y temido a quien la vida enfrenta con sus errores, en una historia “redondita”, lisa y llana, de la que hasta puede extraerse aprendizaje.

La farsa , Marina Giménez: Viaje en alas entre jaulas. Farsa tan verdadera como la vida misma tras el sueño de ser libre y la ilusión de poder manejar la voluntad personal. Esa libertad que no se gana por sólo desearla. Esa voluntad que no se domina sino que nos fue inculcada como elemento de retención y aceptación. …aunque tal vez, si…Un texto complejo. Da para muchas interpretaciones: la renguera, el ala que se arrastra, la lentitud de la vejez / el “por tu bien” de “arriba está el peligro, la tentación” / el guardián y la jaula/ ¿matar o esperar que la muerte haga su tarea?/ La salida y la parálisis o el miedo a la libertad / Y un final…que sorprende y ¿presenta más alternativas?

La otra calle , Martha Goldin: Viaje por las calles, en el espacio y el tiempo. Hay temas que se comparten sin comentarios. Martha nos dice: “Cuando se huye y se llega a otra parte, la vida es suave aún con sus penurias…la vida suave reclama para calmar las heridas porque ha recuperado su porción de aire en otra parte.” Mis respetos por su texto tan doliente como doloroso.

Comentarios de ElsaJaná .


(Muchísimas gracias Aldao y colaboradores, por incluirme en la Antología). ElsaJaná.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

INSOMNIO




INSOMNIO


Una noche tiré piedras a un vacío
caminé con un palito dibujando la tierra
(palabra que la tierra reza )
hice en el aire paredes de algodón y tiza
(la luna mareaba el agua)
y vos seguías ahí
con silencio de baldosas
muriendo en la vereda.

¿No te cansa resbalar sobre mi cada noche?
perfilar el declive de mi cara sin luz
hasta mi boca
espiarme la abertura de los ojos
tocar mi pelo
soplando negro suave
como si quisieras seducirme.
creo que ya te amigo,
cómo se ama en las noches segundos infinitos,
(no parece cruel desconocer tu espalda)
el último libro se cayó de mi mano
y en la mañana supe lo habías leído entero
y no lo recuerdo.
si vas a seducirme,
acompañame
adivinándome ciego
palpándo en silencio
tu secreto de azúcar,
tu leve intimidad.

Mercedes Sáenz

sábado, 17 de octubre de 2009

ESTRELLA DE AZÚCAR


Era de noche ya y la hora del cansancio de las manos. Terminaba su rutina, sacudía de los guantes de goma las últimas gotas para colgarlos a secar.
El delantal apretaba flojo en la cintura pero así quedaba hasta la hora de irse a la cama.
Una viudez no de esa noche ni la mitad de la noche que fue, ni de la que viene, -un auto sin querer se ocupó de su marido viniendo de frente- la habían encerrado casi sus treinta y nueve años en la cocina.
Era común antes, en la siesta de Venancio, caminar descalza hasta la sombra del caldén y tomar juntos unos mates sin decir una palabra. Con ese mismo silencio, siempre el mismo silencio, él se levantaba y echaba su cuerpo bajo la propia sombra o en otra parte
Varias veces le había pedido que después de la noche la acompañara a compartir un café. Las dos tacitas blancas en la mesa, una carpetita de hilo fino, bordada por su madre hace años ya, una azucarera que brillaba cómo si nunca hubiera conocido otro color.
Ya dormían las cosas del otro lado, ni siquiera la canilla bocaneaba blandos monosílabos.
- Un café Venanzio, vos sólo mirame. Yo me cruzo de piernas y me levanto el pelo, hasta tengo un peine en el bolsillo. Quiero hablar cómo esas de televisión, que no toman mate, que juegan con la cucharita dos horas con la tacita en las faldas. Pero yo a vos te doy café en serio y te cuento mientras lo que dice la radio del clima igualito que va a haber mañana.
Hasta la noche de afuera la dejó sola.
- Otra vez no han podido llegar, los caminos se han puesto feos de nuevo-dijo y levantó la azucarera hasta la altura de los ojos, con un movimiento redondo la estrelló contra el piso mientras con los pies descalzos, sin escoba, barría los pedacitos de color blanco que lastimaban cómo el colmillo de un lobo luna.
Afuera la canilla bocaneaba llantos.

Mercedes Sáenz

viernes, 16 de octubre de 2009

UNA HOJA EN EL SUELO

A tu nombre,

escrito sin corregir, mientras una

hoja se levantaba del suelo



UNA HOJA EN EL SUELO



Hay viento sur, creo
pero las hojas soplan para otro lado
han hablado por vos, creo
o quiero leer una palabra hoja
que se detenga en mi pecho,
no hace falta que te despidas
ya no voy a hablarte.
eras pan y eras sal
eras miel después de lengua
y un fuego brillo de sol
misterioso en mi mano.
nadie se despide de un
puñado de arena que vuelve a dónde
siempre ha pertenecido.
Ya no soy niña.
no hay palmada en el hombro
que conforme,
soy mujer, mucha mujer
y jamás me has conocido.
He de preguntarle a otros
si alguna vez me han visto,
si han sabido leerme,
si me imaginan un poco
estoy acostumbrada a nacer mil veces
pero no sobre los que en mí han muerto.
hay viento sur, creo
y una hoja en el suelo
pequeña
que vuela hacia mi
y su aliento sin tu nombre
sopla abrigo.

Mercedes Sáenz

viernes, 2 de octubre de 2009

EN ESAS ALAS

alma de América es un cóndor
de alas desplegadas,
yo soy manzana.
haber nacido aquí
es sólo un humano simulacro
por desobedecer
una vez al cielo.
alguien me puso aquí
al descuido de Dios,
en América pura y
no puedo caminar sobre otra tierra
descalza al menos.
no entiendo amar de otra manera
cuándo un cóndor puede
suavemente pararse sobre una manzana.
Te pronuncio tierra
y me envuelve la
complicidad que nos tenía.

Mercedes Sáenz
EN ESAS ALAS

martes, 29 de septiembre de 2009

¿DÓNDE ESTÁS?




¿DÓNDE ESTÁS?

Estoy aquí, invocando a los dioses que aún permanecen debajo de la tierra, imaginando un azul maya, más profundo que los mayas todavía.
Por unos días los poetas de mis amores han quedado en los costados oscuros de mi cama,
un leve movimiento diario, caricia imperceptible de la punta de los dedos… están allí, siempre, dónde nos abandonamos.
Se han detenido mis guerras, los amores no pueden hablarse, Kayyam ha vuelto a su siglo, los latinos hablan otros idiomas, un efímero soplido intenta volarme parada en la curva de un junco más liviana que una libélula.
Es una defensa contra el dolor dice Biön y dibuja mi arquetipo invocando imágenes de la infancia … una conducta de orden
silenciosa que no siempre se advierte.
El sentido de la palabra de Heráclito, verdad, ser, realidad.
En el medio del silencio de un libro que no puedo soltar y del que no entiendo nada, desmenuzado Freud, y con el aliento tibio de Jung desde su contratapa.
Estoy aquí, tan sola cómo un pan de avena olvidado en la mesada, oscureciendo de a poco, precipitándose a toda esa geografía molecular que ni siquiera conozco.
Estoy aquí, prisionera de la avidez de saber, saber… sin entender.
Estoy aquí, dónde danzan los átomos detrás de la negrura de lo que ignoro, estoy aquí, parcela de mí o toda.
Igual desconozco.
Mercedes Sáenz

miércoles, 16 de septiembre de 2009

ANTOLOGÍA DE NARRADORES


ANTOLOGÍA DE NARRADORES





Información general:
Acaba de ser impresa la Antología de Narradores de Artesanías Literarias, en la que figuran cuentos y relatos de varios de los colaboradores de la revista. Ha sido éste un esfuerzo editorial hecho de manera artesanal, la elección, la diagramación, la impresión, elección de la tapa (que figura más abajo) y una sencilla contratapa en la que aparecen todos los que han colaborado en la antología.

Esta información puede leerse en la Sección Narrativa de la Revista Artesanías Literarias
http://www.artesanias.argentina.co.il/


NO PUEDO TODAVÍA PEGAR LA TAPA. ES MUY BELLA LA IMÁGEN.
ANTES DE RECIBIRLO QUIERO AGRADECERLE AL EDITOR Y ESCRITOR ANDRÉS ALDAO POR HABER SELECCIONADO UN CUENTO PARA INTEGRAR ESTA ANTOLOGÍA CON ESCRITORES A LOS QUE TANTO ADMIRO.
MUCHAS GRACIAS POR LA INVITACIÓN YA QUE SÓLO PARTICIPAMOS CON LAS LETRAS. TODO EL ESFUERZO ARTESANAL Y PROFESIONAL CORRIÓ POR CUENTA DE ARTESANÍAS LITERARIAS Y ESO ES UNA ENORME DEMOSTRACIÓN DE GENEROSIDAD Y PARTICIPACÓN DESINTERESADA, DE UNIÓN COMÚN EN LA PALABRA.
LA DISTANCIA HACE MAYOR EL ESFUERZO TODAVÍA.
UN FUERTE ABRAZO ANDRÉS Y OTRA VEZ, MUCHAS GRACIAS.

MERCEDES SÁENZ

jueves, 10 de septiembre de 2009

LA PILÓTICA

LA PILÓTICA



Los rulos giraban por su cara de ojos asombrados siempre, asomaba en su mirada tres años de una infancia purísima. Le decíamos Anita con un poco de miedo. Decirle Ana de grande no iba a ser lo mismo.
Caminaba la calle conmigo de la mano.
- Se mueven, se mueven y hacen cosas que no entiendo, ¿me explicás?
Anita se ofendía fácil si le preguntábamos algo cómo si no hubiéramos entendido. Yo muchas veces le entendía la mitad.
- ¿Quiénes se mueven?
- Los señores animales, y todos hacen lo que quieren porque es pilótica.
- ¿Pero dónde, dónde los ves?
- Están en todas las casas. En casa también
- ¿En el cole también?
- Sí, casi todos los días.
- ¿Me lo podés mostrar, cómo son, cómo se llaman? ¿ Todos tienen pilótica?
- Sí pero cuándo te lo muestro parecen más chiquitos pero son muy grandes, tienen armas, roban, matan de verdad, se divierten, viajan por el cielo, van a fiestas, pasa todo lo que quieras en la pilótica mami.
Una vidriera grande nos descubrió las caras en el reflejo y Anita gritó ese entusiasmo quieto de párpados para atrás que devoran las estrellas de día. Se quedaba siempre con esa luz por un rato largo.
- ¿Ves, ves mami? estamos en la pelótica, cómo en el cine, acá más poquito porque es vidrio, pero en la tele o en el cine estamos en la pelótica.
- Entendí, Anita, es la película ¿sí?
En una afirmación feliz sacudió la cabeza.
Por un momento se me cruzó la palabra política.
Anita… Mil veces Anita.


Mercedes Sáenz

martes, 1 de septiembre de 2009

FILOS DE LATA

noticias de libros y comentarios.
Colectivo Cartapacio Liberal. Noticiero y breves comentarios de libros leídos y que consideramos de interés. El Colectivo Cartapacio Liberal se ha adherido al periódico digital www.aragonliberal.es
Tuesday, September 01, 2009

Prosa poética en "Filos de lata" por Mercedes Sáenz




Este libro, breve, que no llega a 150 páginas, es un pequeño tesoro que me regaló su autora, volando, el libro, desde Argentina.

Comencé dos veces su lectura, una en el ajetreo del día a día en el trabajo y otra este verano. Y ciertamente necesitaba algo de calma para dejar que mi alma se hiciera sensible a la prosa poética del libro.

En esos ratos relajado, sin otra cosa que hacer que dejar que volara la imaginación, es cuando he podido disfrutar de una lectura pausada.

La obra tiene una parte de recuerdos familiares de la autora, narrados de un modo sugerente y atractivo. Y otra parte refiere historias, unas de ellas con un final abierto a la creatividad del lector, otras "como filos de lata" que hacen surgir la sensibilidad afectiva ante la humanidad doliente.

La obra trata a las personas con ternura, se abre a una esperanza de afectos y de vida sin ocultar la realidad, que sin dejar de ser hermosa es"tremenda", con el dolor y la alegría, el éxito y el fracaso, la compañía y el abandono, la soledad creativa y la soledad desesperada. Son trazos de humanidad plasmados en historias que quedan así eternizadas por la pluma.

Si este libro se editase en España requeriría algunos pies de página para ayudarnos a entender giros y expresiones propias de Argentina, para evocar con toda su fuerza lo que la autora expresa.

Título: Filos de lata

Autora: Mercedes Sáenz

Edita: Vela al Viento, Ediciones Patagónicas, Argentina 2008


El texto se encuentra en www.peluquinrojo.blogspot.com en un enlace que se llama Noticias de Libros y Comentarios de FEDERICO RODRIGUEZ DE RIVERA

martes, 18 de agosto de 2009

HOMBRE DE POCA PALABRA


HOMBRE DE POCA PALABRA




Están aquí los siete dolores de la tierra
las agonías pasean ahora
en la ciudad de mármol
con los otros muertos.
Impiadoso y mudo
desapareció tu nombre
dejando en el aire de arena
un tajo oblicuo hacia el cielo.

Es hora de irme,
el día sin empezar
desmoronó en el borde
sin brazos el último secreto.´
Es hora de irme,
ya no creo en la imaginada eternidad
de tu palabra.

Mercedes Sáenz

martes, 28 de julio de 2009

UN CUADRADO DE LUNA ROJA




UN CUADRADO DE LUNA ROJA


Amanece temblando. Se inclina la luz cada vez sobre el agua.
No tengo luna, se humedeció un poco antes de irse cómo si no existiera el frío. Estrella se hace de día cuándo nadie le habla, cuándo nadie le habla cree que nadie la mira.
Esto que veo no lo imagino.
En una curva de las lomas de pasto un auto rojo paró delante del río, del otro lado de la orilla.
Nada se mueva, nada, que el auto que desde mí es un cuadrado rojo quedó arriba de un poste de hierro negro, así lo veo, cómo un pájaro tocando apenas, sin saber antes de mover los ojos si será por un rato mi luna o levantará vuelo.
Todo cabe con el ojo a media asta.
La luz lo traspasa en diminutas líneas, ronda de coreutas.
Máscaras de azul y rojo, amarillo sudor los árboles. Escapan sátiros dejando huellas de cabra. Todos bailan en un pedazo de luna hasta que un semáforo ordena.
Silencio de música y la luz temblando resbala.

Mercedes Sáenz

domingo, 12 de julio de 2009

ESTABA


ESTABA




El cuerpo se mueve sigiloso, atraviesa cada espacio como si fuera el después de un gesto en el aire. Ni murmullo en los ojos. Quisiera volverse invisible, o haber nacido invisible, para que nadie note su ausencia.
¿Cómo le dice que se ha muerto?
Desde el tiempo de las manos en las grutas, o la línea de agua que volcaba involuntario el cántaro en la tierra y su dibujo, desde el niño correteando el dedo en la arena sin saber, y ya era palabra.
¿Quién le dice que se ha muerto?
Se oye sólo lento la sangre dejando la herida.
No húmedos miran piedra seca los ojos. Se ha muerto despacio… bebiéndose en palabras.
Yo soy la que lo ha visto.
No sé decirle que ha muerto y sola me abrazo, para cerrar la puerta.

MERCEDES SÁENZ

martes, 7 de julio de 2009

¿QUÉ TE PREGUNTO?




¿QUÉ TE PREGUNTO?


Hoy no es duro el principio, nada me tiembla, se oyen murmullos lejanos de palabras, se acercan lugares, de suelo seco y espinas.
Yo sabía dónde quedaba el lugar.
Dejé mi supuesta carabina de siete tiros, esa que jugaba colgada de mi hombro cada hora que evocaba mis defensas, esa que bordeaba mi soberanía, esas tierras que asegurarían mis metros de libertad, entre las rocas escondía mis secretos para venir a buscarlos más tarde, en esas horas confidenciales de los chicos nómades. En mi sur las frutillas no enrojecían las zapatillas, y era dulce el suelo de la infancia a pesar de que nuestros enojos se veían cómo las hogueras de las montañas dónde nos imaginábamos que acechaban los indios.
Yo sabía dónde queda el lugar después en la memoria.
Y en mi memoria no hay preguntas convencionales porque me era difícil encontrar las respuestas.
Me invitaron a compartir una hora de radio todas las semanas y estoy feliz y es claro para otros, salta tu nombre. Me pidieron que una hija, la única que intenta escribir al menos públicamente, te hiciera una entrevista.
Creo que te conozco y te quiero mucho Dalmiro pero ¿Qué te pregunto?

Mercedes Sáenz

viernes, 12 de junio de 2009

HABITAR EN LOS ZAPATOS


HABITAR EN LOS ZAPATOS


Si alguien la hubiera mirado no hubiera sabido que hacía esa mujer todas las noches en esa plaza, de negro y vestido largo- el de los brillos- debajo de una luna blanca lejos, cómo para una fiesta quieta en dónde no se mueven los tacos.
Techo de hierro la pérgola de la plaza, en las noches de lluvia, pasaba toda la lluvia.
Una vez cuándo su hijo era chico se perdió en una playa, le enseñó a quedarse en dónde estaba. Era más fácil encontrarlo, mamá llegaba siempre.
Desde esa plaza se lo habían llevado –le dijeron- por tener un libro debajo del brazo. Un libro que le pidieron desde el colegio, de un tal Marx. Ella no sabía quién era, sólo que se había muerto hace muchos años.
Buscó tanto en los lugares en que él podría estar esperando.
Perdida, en nada podría habitarse.
-Vendrá a buscarme si estoy en el mismo sitio. Debe de estar grande y aprendía fácil.
Salía el sol no sabiendo que le cerraba los ojos llenos de vidrios rotos.
Hasta la noche en que llegaba con los zapatos en la mano para no gastar los tacos.
Y los habitaba sin moverse hasta las otras noches.

Mercedes Sáenz

domingo, 31 de mayo de 2009

¿Y SI NO VUELVO A VERLO?


¿Y SI NO VUELVO A VERLO?



Esto fue así, así cómo lo digo.
Era la primera vez que lo veía por aquí. Venía caminando en un día de bastante frío, con un buzo oscuro y nada más que se viera. Un poco los ojos dieron vueltas para arriba, no sé si miraba el cielo o la parte alta de la pizzería en dónde yo estaba trabajando.
El sol a mí me daba tibio lindo sobre el vidrio.
Se paró entre un poste de luz de la esquina y un árbol pegadito que en esta época se pone totalmente colorado. Exactamente al lado de un basurero de hierro con tapa del tamaño de un baúl grande. Más grande que él.
Lo miré un momento y le sonreí. No contestó a mi saludo. Miles de razones deben de haber habido de las cuales algunas se me cruzaron pero seguí escribiendo sobre una máquina que es lo que en ese momento estaba haciendo.
Cada tanto intercamabiábamos miradas muy cortas, no sé cómo era la mía, pero las de sus ocho años, le calculo, eran cómo si no me viera.
No oí el ruido pero mis manos se levantaron de las teclas en el momento en que la tapa del basurero se cerraba sin nadie del lado de afuera. Nadie en la esquina.
Me levanté con la velocidad que pude pues no alcanza la claridad para pensar todo junto, son sólo unos metros nomás, sólo unos metros, sólo unos metros…
La abrí intentando ignorar su peso y desde adentro cómo un gatito asustado saltó con un embrollo sostenido en las manos y un pedazo de bolsa negra de residuos rota que se voló de uno de sus hombros.
No quise gritar para que no pensara que era un reto. Dije un tonto “vení por favor” pero corrió cruzando en diagonal el asfalto por dónde circulan toda clase de motores en ambos sentidos.
Lo vi doblarse en la esquina, creo que para que no se le cayeran las cosas que tenía dentro de su buzo enroscado cómo una bolsa. Se le veía la piel de la panza.
¿Y a dónde me llevo con mi llanto si no vuelvo a verlo? Eso sería lo de menos…
La tierra quieta por arriba del mundo, dónde todo eso parece no pasar.

Mercedes Sáenz

martes, 19 de mayo de 2009

LA CORTINA

En este texto especialmente no quise poner una foto.


LA CORTINA


Sucede así desde que los ojos ven la transparencia. Sucede que se superponen a mayor velocidad los colores y la luz, que lo que puede agradecer el corazón de tanto placer imprevisto. Sucede que mis monosílabos han dejado de ser esdrújulos. Ya no tienen pocas letras mis contestaciones, pues no tienen nada. El silencio es todo lo que puedo decir desde que el río tan cerca de mí le habla a mi ojo. A uno sólo, pues el otro está poniéndose a prueba para ver si hipotéticamente, quizás, tal vez, para mejorarlo me quedara por un tiempo con sólo uno. Creo que no hay ninguna posibilidad de que le pase nada por una operación sencilla cómo la miga inútil de pan que se desprende de un bocado, pero el miedo en puntos tan pequeños cómo el rocío, curiosamente pedacitos de agua, se hace tan grande cómo la ola que más miedo te ha dado. No digo tsunami porque más para el que recibe los agradecimientos, no me ha tocado vivirlo.
Tengo delante de mis ventanas un río. Brazo pequeño de todo lo que haciendo caminos se hace grande.
Lo veo tantas veces obedeciendo mandatos mayores, de rodillas exponiendo basura del fondo cómo las almas cuándo piden un perdón que no se les será dado, pues no suelen mostrarse transparentes. Sigiloso subiendo de noche liso y manso cuándo nadie lo pisa. Porque dicen que uno caminó sobre sus aguas y desde entonces nadie jamás sabido lo ha hecho. Sabidos para quién sería mi pregunta, yo creo en ese Jesús que caminó sobre las aguas, pero en las noches de bruma indivisa parece que varios invisibles caminaran por encima, en puntas de pie, bailando su secreto en el rumor de un viento bajo.
Bordeando las costas de cemento que le han marcado tan prolijamente en parques de pasto vivo vivo, en la suavidad de los sauces tranquilos. Cómo a un antiguo Dios, en algo me hacen acordar a la pulcritud de los sagrados en China, varios hombres protegen su imagen lustrando con soles y flores una costa que parece inalterable.
Pero hay un momento en las noches, sin tener su permiso, en que me siento a verlo desde mi oscuridad.
Apago las luces.
Abro los silencios.
Intento corporalmente convertirme en estatua. Un poco de miedo, si me ve moverme tal vez me convierta en sal y ya sabemos que hace el agua con la sal y yo no quiero ser un ciclo renovable. Creo que lo que se disfruta en un momento nunca es igual a otro aunque se repita hasta la última partícula.
Pero es en ese momento en dónde desdoblo los secretos, los suyos y los míos, cuándo él parece haber perdido por hacerme creer que no es humano.
Y lo miro por horas, bordeado de faroles titilando amarillo, y es un siervo silvestre saltando en las lomas, un pájaro sin volar porque camina tranquilo, un hombre dormitando junto a un rebaño, un cuadro pintado por niños en dónde los límites son imprecisos y por eso más hermosos.
Y recuerdo entonces que otros brazos de su misma sangre han devorado amigos, los ha dejado en alguna parte sin que nadie pudiera encontrarlos. Y los techos y las casas y los hijos y los puentes (¡puentes!) que es lo que te hace amigo. Y los trabajos y la dignidad y el silencio más sucio que el barro de la bajante arrasadora porque cómo hay siempre un culpable se necesita también saberlo inocente.
En el secreto de la noche, todos somos río.

Mercedes Sáenz

martes, 5 de mayo de 2009

AGRADECIMIENTO

AGRADEZCO AL ESCRITOR FERNANDO SÁNCHEZ SORONDO EL GENEROSO COMENTARIO QUE ME HA HECHO LLEGAR SOBRE MI LIBRO "FILOS DE LATA".
UN FUERTE ABRAZO.
MERCI

lunes, 27 de abril de 2009

COSA SIN LUZ

COSA SIN LUZ



El cielo negro de tajo a tajo.
En la esquina, entre varias cosas amontonadas, un sofá se tambalea hasta quedar derecho y en el ángulo abierto se sientan dos en su íntima blandura.
La noche oscura, un camión destartalado casi sin luces, con una lona verde y azul gastados. No se ve la escalera de ferretería para subir un poco ni el otro tanto largo de sogas.
En esa esquina, ante la luz de una linterna, se desarma la geografía de un montículo de ramas gruesas, un sillón sobresale y dos figuras de adultos parecen bailar en la áspera noche. El camión se detiene.
No fue muy difícil subir el sofá arriba de las patas que despuntaban en el bulto grosero de la carga.
La cabeza toca el techo en desordenado compás, las ruedas por el peso se hunden más de lo debido. La ventana abierta, las gotas de grasa secas no dejan ver, por eso también fuma bastante seguido, por eso, por eso, para tapar los olores, para que el humo tape su cara, la confunda, la borre de cualquier memoria cuándo le preguntan cuánto hace que empezó con todo esto sin cobrar nada.
Sólo quiere escribir sus historias y cada noche desde entonces, sigue la ruta de los cartoneros.

Mercedes Sáenz


miércoles, 15 de abril de 2009

ENTRE DOS MEMORIAS




ENTRE DOS MEMORIAS


Hace tiempo que estoy. Los barrotes ya no existen aquí pues no los tocamos, la cintura gira en un esquive junto con los pies siguiendo siempre a quién tiene las llaves.
No es tan oscuro cuando apoyo la espalda. Se hace duro de frente si el cielo es lo único claro cuándo no llueve. Paredón de todas aunque se sabe que está prohibido escribir, cuando no nos miran la birome muerde el granito espeso. La que tiene uñas fuertes también. Almohadón de pelo y frente si alguna llora.
La tierra floja en el cuerpo abstemio de apuro. Siempre hay dónde ir cuándo nos dicen. El frío olvidó dejar los burletes y los ciruelos sólo pueden mirarse en los ojos que postergan el instante de caerse a pedazos.
Sol temprano de mate cocido. Reloj de comida en plato de lata. Apuro de costura que se entrega. Cama sigilosa con un cuerpo prohibido.
Antes quise ser seda blanca. Que respiraran espigas sin cosecha de mi pelo. Tan claro el mundo dividido en estrellas para llevar.
Antes de las manos que apretaron la garganta, sabía quién era.
Cara lavada en canaletas solteras de expresión, danza en el vientre de la furia que se adivina .Una boca pregunta y no hay nadie detrás de ella.
Siempre se tienen dos memorias. Sólo que una es la que recuerda.
Mercedes Sáenz

jueves, 9 de abril de 2009

PARANOIA


PARANOIA



Caminó por el costado de la cama salteando la jarra de plástico verde, una cacerola azul en dónde en general hervía las salchichas, un balde colorado fuerte y gastado y pudo dar la vuelta hasta llegar a la cómoda chiquita, que también estaba a apartada de la pared. Las goteras se habían quedado quietas por un rato, sin antes molestarla dejando varios pedacitos de agua sucia que bajaba del techo en hilos de oscuritos desconocidos.
- ¿A dónde vas?

- Al Uruguay me voy, voy a salir por el Tigre eso lo sé hacer. Miran mucho en las lanchas, la gente es la que mira, no tanto la prefectura. Me tengo que disfrazar un poco.

¿A qué te vas al Uruguay? A escaparme de vos pareció que dijo.
Se sentó en la cama húmeda y empezó a diagramar su cara. Tal vez una vincha tirante y un sombrero medio feo le taparan el pelo recogido y entonces no estaba obligada a usar tintura.
El viento suele jugar a las escondidas, anda girando por ahí en el medio de las casuarinas, va y vuelve un poco desorientado porque hoy ha tenido que volar más bajo, hace giros coqueteando con ella cómo si no la conociera. Ese andar suave que usa ya le tiene tomado el tiempo. Es enemigo cuándo es más arriba, cuando la aparta del sendero de lo que anda buscando. Suele ponerles nombre a sus sonidos y verlo bailar.

Un disfraz de algo tonto tengo que hacerme, siento miedo pero tampoco es una historia tan extraña, a todos le suceden cosas rarísimas y parece que pasan a ser cosas normales, bueno no normales, estoy hablando así porque alguien me mira.
Tal vez me ponga a escribir algo y después lo tiro, mejor para mi cabeza pensar en que fueron tirados en el medio del Río de la Plata, en dónde esté más turbulento. En ese revoltijo de tierra y agua, nada de río piel de león cuándo me asusta, sólo revoltijo, tan alto a veces que dan ganas de de ser parte de él para no tener que competirle ni contestarle. Para no temerle.

El aire está tan lindo, odia tener atado el pelo, le gusta cuándo hace una máscara sobre la cara, haciendo caminos que marcan, se levantan y vuelan y vuelven a instalarse no sé si igual cuándo su pelo parece un sereno maestro infantil poniendo sin abrir la boca los alumnos pequeños en orden.
´
¿Por qué hago esas frases tan largas? ¿Por eso tengo que llamarla a la otra para corregir? ¿Por eso escribo de más y después no encuentro el eje de las ideas? Nunca hay un eje, es la desesperación de necesitar escribir todo el día, esa locura de sacar fotos de todo lo que veo cómo si quisiera explicarme a la gente.
Curiosa necesidad de querer trascender en el anonimato en una tontera liviana que no da ni para escupir el suelo.
Tal vez debería escribir prolijo y semejarme a las pocas mujeres silvestres –perdón, que quisieron hacerse silvestres al salir de la ciudad (la mayoría con un más plata para empezar a vivir cómo si no necesitaran del dinero). Decoran sus casas con géneros todos blancos sutiles y esponjosos, grandes verdes verdaderos o falsos y en algún rincón una huerta modernísima.
Cuándo sus hijos tienen un resfrío en la lancha propia se vuelven a tierra y allí se quedan en un buen lugar hasta que el pánico se va, aparece eso que creen que es paz interior y con todos los remedios comprados vuelven a la tranquilidad de escondite- (no tan escondite porque con la frase “vengan cuando quieran, nos encanta que venga gente” están siempre pertrechados de grandes posibilidades de agasajos domésticos, antihombre, antifrío y sobre todo buenas cantidades de alcohol de gustosísima calidad).

Pero otra vez se fue de tema. Hay una señora mirándola. Va a cerrar los ojos fingiendo dormir. Nunca sabrá cuánto la mira. A veces así se queda dormida. Ya no contesta.

Me desperté cuándo el sol inclinaba sobre mis ojos. Palpé a mano abierta, cómo si fuera un poco más ancha que mi cuerpo, tenía mi mochila, otra bolsa media deforme que llevo y un único abrigo.
Falta poco para bajarme, después de la segunda curva y lo bueno de estas lanchas es que paran en el muelle que uno les pida, eso sí, después si alguien pregunta se acuerdan perfectamente dónde te dejaron, de manera tal que me bajaré en uno que sé que es bastante sólido, no hay nadie todavía y recorreré por adentro la isla que conozco (hay un arroyo feo que suele estar bajo pero nada lo quiero porque mis pies siempre se tropiezan con cosas dentro del agua que parece mansa)…
Antes de que oscurezca tengo que llegar a ese muelle, después la noche se hace boca de monstruo y mis pies parecen separados de mi, no responden, quieren caminar más ligero tanto cómo les pide mi cabeza pero abajo del agua siempre hay cosas extrañas. Y sino las imagino.

Se bajó en el muelle nomás. No sabe que la sigo.

Mercedes Sáenz

lunes, 16 de marzo de 2009

AMORES DESTEMPLADOS




AMORES DESTEMPLADOS


Eran los tiempos
en que yo no era otra cosa
que respirar amores.
una toga me llegaba al cuello
y yo no era, sólo no era,
y un día la oí caer
cómo un pequeño acordeón muerto
sin ruido,
Sonido de una pequeña sombra
de hierro transparente, derretido.
unida en frío que cerró mis pies.

(nadie invisible detrás de mi,
los objetos no salen a mirarme).

No hay último gesto, ni beso en el aire
(soplido de niño), ni ofrenda


Rotan oscuros, segmentados
en la memoria de la noche,
huyendo con el apuro
del animal que lejos
mutará su piel

¿Han olvidado mi nombre?
Tal vez nunca les dije quién soy.
O no supe saberlos
y se desnudan de mí.

Hace frío.


Mercedes Sáenz

jueves, 5 de marzo de 2009


CUÁNDO TODO EXISTE



Húmeda y negra la tierra espera por el pié cansado, se hunde apenas y nada es prisa. El barro es suave entre los dedos sin huellas. La mirada arrastra tan lejos cómo empuja el viento y el agua es viva. El cielo remanso de la tierra brote.
Perfilan sombras indias los cerros y todo crece en silencio, la savia y la sangre.

sucede un día
como un absurdo bramido
que hace la tierra
y nada se oye.
sucede un día
que pueden perderse
los ojos de antes,
el valor inútil
de necesitar.
suceden las últimas palabras
imperceptibles como llovizna
en un vidrio lejos de historia
sucede un día
que pone en la boca
dibujos muertos
y la voz murmura
una ceguera interminable.


Allá en el sur, cuándo todo existe y no se conoce la última palabra.

Mercedes Sáenz

lunes, 9 de febrero de 2009

LA VOZ


LA VOZ



LA HERIDA QUEDA SOLA, NO VIENE CONMIGO




Cómo el murmullo de un rezo inclinado sobre la esfinge de uno,, no sé quien pide. Busca la voz, el asfalto hierve lejos dónde termina el campanario de un desierto. Durante otoños de un día ha olvidado cuáles precedieron el destierro de voces que se hicieron una. Porque siempre hay una voz que pide más fuerte
Dejar si puedes, la herida sangra y sola dice la voz
La mano empuña hierro derretido en el frío y habrá entrado en los ojos ya no secando, dejar si puedes, antes de la cobarde defensa del olvido. No podrá olvidar. Resiste a perder lo que ha sido.
Ha buscado en todos los no has visto, en los pasos que cree, en las manos que adivina, en los sigilos del bolsillo en dónde guardaba atónitas mañanas de lunas, por que la lunas no se han ido.
Dejar si puedes, le decía al dolor. Si ya es un invitado, tácito y gentil, como una sombra que advertía no escapar junto a la noche.
No podrá dejar, tal vez mañana, cuándo se hubieran ausentado los sentidos.
Mercedes Sáenz

viernes, 6 de febrero de 2009

A MARES


A MARES




A Nora Heine, aunque el mundo éste no se nos haya acabado al mismo timpo.

miles de mares
azules o verdes
un poco en tus ojos.
El resto luz viva
en cualquier cosa
que tocaras o hicieras.
El mínimo gesto
la voz en guitarra,
la mano de ayuda
el tono cuidado
la entrega.
El primer abrazo consuelo
a un hijo que le llegabas a la cintura.
La sonrisa abierta, abierta
porque siempre había algo
bueno, bueno
en la vida.
Quién no te haya sabido
igual sabe
porque exsitis en cualquiera
que tenga tus ojos.
A mares.
lo enseñaste
también
después de la vida.

Mercedes Sáenz

viernes, 30 de enero de 2009

OJO CON LO QUE SE ESCRIBE


OJO CON LO QUE SE ESCRIBE






Lápiz redondo y grueso de cuatro caras, era la primera vez que salía del adorno de un escritorio caro. Desde el vidrio en que estaba apoyado ahora, las ventanas parecían más lejos, cuando ese lápiz era tronco todavía allá en el sur, entre aromas y sombras indecisas. Lluvias de los bosques, beber era la vida y el brillo tardío la siesta. Antes, pocas horas atrás, estaba durmiendo contra los filos de una lata brillante que apenas lo dejaba asomar su cabeza. Había llegado allí, como un distraído regalo de cortesía. Pocos sabían que algo podía escribir, cada tanto un índice suave de mujer, tocaba su cabeza negra cómo la nieve que no se derrite.


Ella llegó a su departamento y dejó ese lápiz y un papel sobre una mesa.
Sonó el teléfono, sonido nuevo, no de oficina.
Ella que se preparaba para un baño, contestó y dijo que todo estaba hecho. Dejó la puerta abierta y la luz sostenía con pereza un cuadro de colores tierra.
La computadora, invasora de un armonioso espacio blanco y arena, le avisaba a esa mujer que tenía un mensaje nuevo de la madre que la esperaba a almorzar, con el mismo tono de todos los últimos los años, cada vez que salía de viaje.



Alguien entró y sobre esa mujer mojada hizo el amor.
Al lado de la cama un papel con números grades y mayúsculas chicas, insistía mudo que era el número correcto de una cuenta en Suiza.
Alguien levantó el lápiz con un pañuelo blanco y con fuerza de taladro lo clavó en cada uno de los ojos de la mujer, humedad distinta ahora por el placer de hace apenas. Los brazos con sangre golpearon primero el aire, a la nada de un llanto desesperado, después puso sin fuerza las manos sobre sus ojos como una chiquita avergonzada, tal vez de que vieran así su propia muerte.


Unos ojos negros, como una pistola en reposo, apuntaron hacia unos almohadones tan blancos y perfectos que nadie hubiera dicho que ayer habían hecho el amor sobre ellos.
Alguien de ojos negros metió ese papel en el bolsillo y al lápiz lo envolvió en una bolsa de residuos. Lo tiró en el Riachuelo. Quedó solo flotando sabiendo que nunca se hundiría.


Mercedes Sáenz

domingo, 25 de enero de 2009

CARTA ABIERTA AL SILENCIO



´

Que silencia el silencio de aquel otro silencio desde
desde el día que al día convertiste en noche (DS)


Existe un idioma universal en el mundo, abarcando generaciones y siglos, cruzando paralelos y meridianos, incluyendo sin distinción a los hombres y a todos los que de una u otra manera estamos en el mundo. Todos sin excepción en invisibles infnitos de la propia existencia individual estamos en silencio.
He leído algunos libros que se ocupan de detallar el silencio voluntario, el premeditado, el silencio obligado a golpes, el que hace guardia junto a una cama cuándo los virus en otro cuerpo también están en silencio.
El de los cobardes, el de las tumbas que contestan en nuestras cabezas los que queremos oír cómo si pudieran hablarnos.
El maravilloso silencio del sueño. El silencio que escuchamos cuándo leemos un libro.
Son tantos los colores del silencio.
El del escondite, el del exilio. El del desamparo. El de la respuesta qué no sabe que decir. El de la gratitud si es montaña.
El de la sentencia cuándo la injusticia no acepta réplica.
Para algunos el silencio largo cuándo Dios no contesta.
Pero el más difícil de describir es el silencio sin explicación de un amigo. El tiempo pasa y cuánto más larga se hace la espera más se olvida el silencio cómplice, el de miradas de un mundo, el cuerpo a tierra mirando los cielos. El silencio se convierte en asesino de los recuerdos.
Uno empieza a ser silencio, ese, que es capaz de decirlo todo, aunque el otro no esté para percibirlo y entonces uno, enmudece.
Y el silencio todo lo habita cómo una luz de un propio universo.
Esta carta termina en silencio amigo mío de alguna vez. Tu silencio empieza a llegar y te hace persona difusa, confundible y callada.
Levanto mi copa sin el menor ruido, en dónde estés, sonríe, gesto que aún puedo imaginar sin que nos sorprenda ningún sonido.

Mercedes Sáenz

sábado, 24 de enero de 2009

NADA

NADA



Calzón quitado. Pelos en la lengua no. Viraje de laucha corto. Todo se entiende tanto. Menos el nada sobre algo. En refranes o en dichos populares con peluca cualquiera es rubio y lo digo por experiencia no porque me pasó. Periodismo agudo y concienzudo, locutores de larga estirpe, adolescente de pelo verde, ama de casa prolija, piquetero tapado por humo de goma. Todos decimos nada.
El diario escapaba, pero también apareció. No podía quedarse sin algo de lo que empezamos a entender todos cuando decimos nada. Preámbulo de premios, sentencias de asesinos seriales, resultado furtivo de Boca el domingo. Valor y precio. Secuestrado por barbarie de asfalto, muerto por confusión. Parece que no pasara nada.
Lo mismo pasó con la palabra onda, cabía en cualquier lado, significaba todo, describía y contenía todas las emociones y sensaciones del humano. Salía de la física y de la química, revoloteaba matemática hasta que la filosofía la trasladó al saber popular y todavía no conozco otra palabra que con la misma exactitud pueda reemplazarla.
No sé dónde buscar la palabra nada. Tengo miedo que reemplace un todo tan grande que sucede y no hagamos nada.
Mercedes Sáenz

sábado, 17 de enero de 2009

TRATO SOSTENIDO




TRATO SOSTENIDO



Estuvieron hasta la noche afirmando todos ser tierra… y navegaron hacia el Sudeste hasta conocer que lo que decían tierra no lo era SINO CIELO.
Del diario de Cristóbal Colón


Es una de esas tardes en que ella no viene a escribir conmigo. Estoy mucho más suelta.
Me encanta escribir sola. (Ella tiene esa cara de lavandina o de objeto limpio sin imperfecciones que tanto me molesta.)


- ¿Corregiste lo de ayer?
- No
- ¿Y para qué me llamaste?
- Yo no te llamo, vos venís sin avisar, tu único aviso es el timbre que oigo en mi cabeza y te abro la puerta y entras como si hubieras dormido aquí.
- Dame lo de ayer, la parte en la que estabas en Retiro sentada en la escalera.
- Esa no la quiero corregir hoy, estoy escribiendo otra cosa.
- ¿Qué estás escribiendo?
- Sobre la muerte de un amigo, amiga, qué se yo, sobre alguien que se quiso mucho o te quiso mucho. Que fácil te es confundirme.
Ya no me contestó y se puso a trabajar.
Todo de nuevo.
Afuera el sol hacía luz en una mañana perezosa, sin apuro. Delineando las formas con absoluta claridad ostentando que con eso bastaba. Dirigió los ojos hacia el suelo y vio nítida la sombra de una de las puntas del techo. Y la vio pasar en pleno día -peligroso verlas de día- con la elegancia de un gato. Pasos cortitos, la cabeza contra las tejas en el perfil que a pesar de ser sabido no se distinguía. No le vio la largura de su cola, el vuelo de una paloma alborotada se llevó sus ojos hacia lo más alto de un árbol.
Voy a repasar - dijo- eso de un gato sobre un tejado de zinc caliente. No es lo mismo una rata sobre las tejas, vista desde su sombra..


Hay una orilla del mar dónde ella tira las palabras y yo espero. Sé que vuelven otra vez las que más amé.
Yo no quiero este trato. Ella corrige y yo escribo. Por eso no la quiero ni lo quiero.

Mercedes Sáenz

viernes, 2 de enero de 2009

ALGÚN ÚLTIMO POEMA


ALGUN ÚLTIMO POEMA






He buscado una luna
sobre la negra noche
que parezca pálido cristal
cómo tu última mirada.
miré otra vez tus pies
algo cansados
no queriendo
deslizarse hacia la izquierda.
sin palabras ásperas
que se rompen en mi mano de tanto apretarlas
y después las suelto,
Papel picado ya,
como mariposas muertas.
He buscado la noche
al filo de esa luz que tiembla
color ceniza, casi amarillo muerto.
El árbol más grande
tiene tantos brazos
que mi frente ahí no parece nada.
He buscado esta noche
como una gorra negra
para taparme los ojos
y decirte adiós
amigo mío,
y que el amor que hubo
alguna vez se vaya.

Mercedes Sáenz