martes, 28 de julio de 2009

UN CUADRADO DE LUNA ROJA




UN CUADRADO DE LUNA ROJA


Amanece temblando. Se inclina la luz cada vez sobre el agua.
No tengo luna, se humedeció un poco antes de irse cómo si no existiera el frío. Estrella se hace de día cuándo nadie le habla, cuándo nadie le habla cree que nadie la mira.
Esto que veo no lo imagino.
En una curva de las lomas de pasto un auto rojo paró delante del río, del otro lado de la orilla.
Nada se mueva, nada, que el auto que desde mí es un cuadrado rojo quedó arriba de un poste de hierro negro, así lo veo, cómo un pájaro tocando apenas, sin saber antes de mover los ojos si será por un rato mi luna o levantará vuelo.
Todo cabe con el ojo a media asta.
La luz lo traspasa en diminutas líneas, ronda de coreutas.
Máscaras de azul y rojo, amarillo sudor los árboles. Escapan sátiros dejando huellas de cabra. Todos bailan en un pedazo de luna hasta que un semáforo ordena.
Silencio de música y la luz temblando resbala.

Mercedes Sáenz

domingo, 12 de julio de 2009

ESTABA


ESTABA




El cuerpo se mueve sigiloso, atraviesa cada espacio como si fuera el después de un gesto en el aire. Ni murmullo en los ojos. Quisiera volverse invisible, o haber nacido invisible, para que nadie note su ausencia.
¿Cómo le dice que se ha muerto?
Desde el tiempo de las manos en las grutas, o la línea de agua que volcaba involuntario el cántaro en la tierra y su dibujo, desde el niño correteando el dedo en la arena sin saber, y ya era palabra.
¿Quién le dice que se ha muerto?
Se oye sólo lento la sangre dejando la herida.
No húmedos miran piedra seca los ojos. Se ha muerto despacio… bebiéndose en palabras.
Yo soy la que lo ha visto.
No sé decirle que ha muerto y sola me abrazo, para cerrar la puerta.

MERCEDES SÁENZ

martes, 7 de julio de 2009

¿QUÉ TE PREGUNTO?




¿QUÉ TE PREGUNTO?


Hoy no es duro el principio, nada me tiembla, se oyen murmullos lejanos de palabras, se acercan lugares, de suelo seco y espinas.
Yo sabía dónde quedaba el lugar.
Dejé mi supuesta carabina de siete tiros, esa que jugaba colgada de mi hombro cada hora que evocaba mis defensas, esa que bordeaba mi soberanía, esas tierras que asegurarían mis metros de libertad, entre las rocas escondía mis secretos para venir a buscarlos más tarde, en esas horas confidenciales de los chicos nómades. En mi sur las frutillas no enrojecían las zapatillas, y era dulce el suelo de la infancia a pesar de que nuestros enojos se veían cómo las hogueras de las montañas dónde nos imaginábamos que acechaban los indios.
Yo sabía dónde queda el lugar después en la memoria.
Y en mi memoria no hay preguntas convencionales porque me era difícil encontrar las respuestas.
Me invitaron a compartir una hora de radio todas las semanas y estoy feliz y es claro para otros, salta tu nombre. Me pidieron que una hija, la única que intenta escribir al menos públicamente, te hiciera una entrevista.
Creo que te conozco y te quiero mucho Dalmiro pero ¿Qué te pregunto?

Mercedes Sáenz