HUÉSPED QUE NO AVISA
Amanecerás de nuevo,
sin ninguna palabra.
transparente
cómo una lámina de aire que puede doblarse.
cómo un absurdo inútil sin forma.
Impiadosa hacia mí
me miras
con un versículo en un ojo
que mi fe desconoce.
y te miro, tristeza,
cómo un mojado cartón,
una montaña invisible
que no modifica
ninguna escena.
Es un ruego tal vez
que des vuelta la silla,
ya soy testigo de mí
inventando nombre a la fisuras.
Él me ha perdido
pero en cada quebradura
él sigue ahí,
dónde los huesos queman
porque ha mordido el dolor
todo lo blando
sin detenerse, sin distinguir.
Si no te vas, no me mires al menos,
la silla esa es mía.
Mercedes Sáenz
5 comentarios:
Si no te vas, no me mires al menos,
la silla esa es mía.
Marcedes hermoso poema como siempre estan llenos de mucha ternura...te felicito.
Besos
romi
Dios mío, merci, ¡ cómo olvidar este poema, ese verso final es llaga, decisión pura! todos los adjetivos. susana zazzetti.
Dios mío, merci, ¡ cómo olvidar este poema, ese verso final es llaga, decisión pura! todos los adjetivos. susana zazzetti.
Me uno a las opiniones anteriores y me atrevo a pelearle a la tristeza esa silla. Saludos. Fernando de Zárate.
HOLA MERCEDES, ESTE POEMA CREO ME CHISTÓ PARA QUE ENTRARA A TU BLOG Y ME ENAMORASE DEL FINAL, DUELE Y GUSTA A UN TIEMPO. HERMOSÍSIMO. UN ABRAZ0. MARTA COMELLI
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