viernes, 15 de abril de 2011

MIEDO

MIEDO




Frente al puente colgante, un niño arrodillado pidiendo con su rezo.
Las sogas empezaron a correrle por los ojos, tocan el hombro, mueven su cabeza. Las piernas, pie de álamos desnudos contra la tierra por dónde una vez, tan altivos, anduvieron los caballos pisando en dónde ahora, no se levanta alguien hincado.
El puente arriba del río hondo, turbulento silencioso abajo.
Cerrar los ojos por no fiar. Tocar con el dedo la boca que se abría de frío para repetir la memoria que tenía en otro lado de una cruz.
Las canastas que lleva tejidas con carrizos, como gaviones contra el agua, no atajan avergonzarse de ser miedo niño. Los pantalones pasan el muslo y esa forma de camisa que tapa su pecho flaco lleno de moretones. Un silbido se arremolina perverso para rodar un poco por encima de su sombrero y no hacer ruido al pisar las hojas. Ese viento destemplado le acaricia la cabeza.
Aflojó la bolsa de grasa que tenía en la cintura y sus dedos la esparcieron con suavidad en la base de las canastas que tocaban el suelo. Las ató muy fuerte con una misma soga, dejándolas en fila india, no por miedo al viento.
Después de que el niño se aferrara con las dos manos y recorriera sentado todo el trayecto hasta llegar al otro lado, el puente quedó solo, sin la menor importancia.
Tuvo un poco menos del miedo del que la humanidad dispone desde toda la eternidad.


Mercedes Sáenz

4 comentarios:

amelia arellano dijo...

Bellísima prosa Merci, nadie lo escribiría mejor que voz , con ese acento, endonde poesía , magia y nostalgia, se conjugan.
Un abrzo fuerte.
amelia

amelia arellano dijo...

Perdón Merci : corrección...o lapsus... vos o voz? quizas ambas.
amelia

Maria Rosa dijo...

Sutíl, Mágico,con el encanto de tu decir!!
carños
María Rosa

Anónimo dijo...

cala muy hondo.