A NUESTRA MADRE
En el cielo de poetas encontraré las palabras?
No creo
Dar vuelta por sus ojos justo cuando no te mira
Solamente así se puede ver el color
Azul a mares y verde pasto nuevo y gris tibio de cenizas
Si esos ojos te miran desaparecen los colores
Son dos mundos mágicos que todo lo escuchan
Con inteligencia, paciencia y ternura.
Mujer de viento, rodete y aljibe
Mujer de heridas y raspones curados con un soplido
en un sur absolutamente solitario.
Mujer de la calle Arroyo y atrio de la parroquia del Socorro.
Fue lo mejor que pudiste pasarle a papá,
preguntó por vos cada día de su último cansancio.
Nunca pudimos doblarte madre, tu metro setenta se levantaba mil veces como una esfinge.
Tu resistencia es la valentía que no tiene nadie.
Me hubiera gustado escribir tu vida, pero mi mirada sola no alcanza y somos muchos hermanos.
Envolvería tus hojas escritas con un zócalo de azulejos azules, adentro con notas de Verdi y el viento de tu mar. El sol lo llevas puesto en la piel desde hace años.
Yo era chica, veníamos caminando y tenías puesto un vestido lindísimo, en el espejo de una vidriera me preguntaste ¿Algún día caminaré como Sofia Loren?
Tan niña también madre…
Y sierra Leona cuando tuviste que defendernos de revistas sonsas
Hay varias formas de mujer escondida y aparecen en cuanto te llamamos
Creo que ni los mosqueteros dieron tanto, pero vos sin juramento
Mujer a la que en las crisis más grandes no paraba de leer, y aún con tiempo para escribir en su pared, el soneto de Bernárdez…si para recobrar lo recobrado debí perder primero lo perdido… Bernárdez nunca supo que además de que todos lo sabíamos de memoria, se convirtió en las tablas de su ley.
Muchas veces la he visto caminar de lejos y siempre tenía la sensación de que alguien la seguía. A veces se daba vuelta con una sonrisa quieta. Estoy segura que le preguntaba a nuestro Dios si quería algo de agua. O le decía que ya la había ayudado bastante, que siguiera nomás.
En algunas de esas esquinas te pierdo madre, no sabía cómo, además de todo, tarareabas un tango o una ópera despacito. Creo que en fondo no sabía leer tu coraje. Cuando la mirada declina y se cansa y se aquieta el fuego, la admiración no permite ciertos razonamientos
Si hubiéramos sabido que hubiéramos podido hacerte más feliz, respirarte despacio, con el corazón en calma y el alma apretada de orgullo.
Creo que alguien te trajo de otro mundo y se olvidó de darnos la llave de tus secretos.
Me gustaría sacar las estacas de todas las sogas
Y a tus casi 94 años, sentarme horas con vos mirando el mar…
Gracias madre nuestra querida.
Mil veces Gracias
Mercedes Sáenz