sábado, 24 de enero de 2009

NADA

NADA



Calzón quitado. Pelos en la lengua no. Viraje de laucha corto. Todo se entiende tanto. Menos el nada sobre algo. En refranes o en dichos populares con peluca cualquiera es rubio y lo digo por experiencia no porque me pasó. Periodismo agudo y concienzudo, locutores de larga estirpe, adolescente de pelo verde, ama de casa prolija, piquetero tapado por humo de goma. Todos decimos nada.
El diario escapaba, pero también apareció. No podía quedarse sin algo de lo que empezamos a entender todos cuando decimos nada. Preámbulo de premios, sentencias de asesinos seriales, resultado furtivo de Boca el domingo. Valor y precio. Secuestrado por barbarie de asfalto, muerto por confusión. Parece que no pasara nada.
Lo mismo pasó con la palabra onda, cabía en cualquier lado, significaba todo, describía y contenía todas las emociones y sensaciones del humano. Salía de la física y de la química, revoloteaba matemática hasta que la filosofía la trasladó al saber popular y todavía no conozco otra palabra que con la misma exactitud pueda reemplazarla.
No sé dónde buscar la palabra nada. Tengo miedo que reemplace un todo tan grande que sucede y no hagamos nada.
Mercedes Sáenz

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Mercedes: la nada es la conjunción del todo en ausencia. Es un hueco que se rellena de tristezas, alegrías, recuerdos (lindos o no tanto), angustias, sueños, esperanzas, deseos, negaciones, de todas las horas vividas que están en suspenso, volatilizadas en el tiempo, suspendidas en la niebla de las lágrimas pero que están, silenciosas, tan silenciosas... que parecen la NADA. Me gustó el planteo, te manda un enorme abrazo, Laura B.Chiesa.

Sonia Cautiva dijo...

Mercedes, Merci, la NADA existe, cuando la recreamos con diferentes sabores¿no es cierto?, cuando amamos, lloramos, reímos y la buscamos hasta encontrarla en el TODO.
Un abrazo y ¡qué buen trabajo!
Sonia

Avesdelcielo dijo...

La nada nos asusta ¿ como abismo o como impenetrable?Para reflexionar.
Un escrito que nos pone cerca de los límites.
MARITA RAGOZZA