POEMA DE MIRARTE
El vino busca en la boca inclinada un beso de vidrio color ébano.
no recuerda el verso
confunde las lunas
los pies no alcanzan la rueca.
la ira no es ya tormenta brutal queriendo verse cómo el hombre que –yo- sigo viendo.
un estilete blando marcó los hilos en el tapiz de su cara
dibujó su tierra
en dónde palidecen sus dioses oscuros
en una blancura desmedida.
Será su último día.
No existirá mañana.
Y yo lo miro…
tiemblo, también en mi copa -creo que quiso mirar allí sus propios latidos-
me pidió que no lo toque hasta que la muerte lo toque primero.
Mercedes Sáenz
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