AMANECIERON LUNAS
Espero los últimos oscuros para ver, antes de empezar a escribir.
Vienen por aquí inventando horizontes por dónde asomar, arriba de los vértices visibles.
Sombras de pájaros (que habitan con pocos hombres) acarician el vidrio de perfil, a la silla de hierro algo torcida que ha quedado más lejos, asoman, con saltos pequeños como las ramas punta de un árbol a las tejas.
Y vuelven a juntarse todos los pedacitos para volverse una sola luna.
Y aprieto los ojos fuerte cómo una única reverencia porque después de eso se va. Y mis pies se van del cielo y se abre la puerta para llevarme a una silla y a la primera taza de café, antes de escribir, después de hacerme feliz.
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