lunes, 16 de marzo de 2009

AMORES DESTEMPLADOS




AMORES DESTEMPLADOS


Eran los tiempos
en que yo no era otra cosa
que respirar amores.
una toga me llegaba al cuello
y yo no era, sólo no era,
y un día la oí caer
cómo un pequeño acordeón muerto
sin ruido,
Sonido de una pequeña sombra
de hierro transparente, derretido.
unida en frío que cerró mis pies.

(nadie invisible detrás de mi,
los objetos no salen a mirarme).

No hay último gesto, ni beso en el aire
(soplido de niño), ni ofrenda


Rotan oscuros, segmentados
en la memoria de la noche,
huyendo con el apuro
del animal que lejos
mutará su piel

¿Han olvidado mi nombre?
Tal vez nunca les dije quién soy.
O no supe saberlos
y se desnudan de mí.

Hace frío.


Mercedes Sáenz

jueves, 5 de marzo de 2009


CUÁNDO TODO EXISTE



Húmeda y negra la tierra espera por el pié cansado, se hunde apenas y nada es prisa. El barro es suave entre los dedos sin huellas. La mirada arrastra tan lejos cómo empuja el viento y el agua es viva. El cielo remanso de la tierra brote.
Perfilan sombras indias los cerros y todo crece en silencio, la savia y la sangre.

sucede un día
como un absurdo bramido
que hace la tierra
y nada se oye.
sucede un día
que pueden perderse
los ojos de antes,
el valor inútil
de necesitar.
suceden las últimas palabras
imperceptibles como llovizna
en un vidrio lejos de historia
sucede un día
que pone en la boca
dibujos muertos
y la voz murmura
una ceguera interminable.


Allá en el sur, cuándo todo existe y no se conoce la última palabra.

Mercedes Sáenz

lunes, 9 de febrero de 2009

LA VOZ


LA VOZ



LA HERIDA QUEDA SOLA, NO VIENE CONMIGO




Cómo el murmullo de un rezo inclinado sobre la esfinge de uno,, no sé quien pide. Busca la voz, el asfalto hierve lejos dónde termina el campanario de un desierto. Durante otoños de un día ha olvidado cuáles precedieron el destierro de voces que se hicieron una. Porque siempre hay una voz que pide más fuerte
Dejar si puedes, la herida sangra y sola dice la voz
La mano empuña hierro derretido en el frío y habrá entrado en los ojos ya no secando, dejar si puedes, antes de la cobarde defensa del olvido. No podrá olvidar. Resiste a perder lo que ha sido.
Ha buscado en todos los no has visto, en los pasos que cree, en las manos que adivina, en los sigilos del bolsillo en dónde guardaba atónitas mañanas de lunas, por que la lunas no se han ido.
Dejar si puedes, le decía al dolor. Si ya es un invitado, tácito y gentil, como una sombra que advertía no escapar junto a la noche.
No podrá dejar, tal vez mañana, cuándo se hubieran ausentado los sentidos.
Mercedes Sáenz

viernes, 6 de febrero de 2009

A MARES


A MARES




A Nora Heine, aunque el mundo éste no se nos haya acabado al mismo timpo.

miles de mares
azules o verdes
un poco en tus ojos.
El resto luz viva
en cualquier cosa
que tocaras o hicieras.
El mínimo gesto
la voz en guitarra,
la mano de ayuda
el tono cuidado
la entrega.
El primer abrazo consuelo
a un hijo que le llegabas a la cintura.
La sonrisa abierta, abierta
porque siempre había algo
bueno, bueno
en la vida.
Quién no te haya sabido
igual sabe
porque exsitis en cualquiera
que tenga tus ojos.
A mares.
lo enseñaste
también
después de la vida.

Mercedes Sáenz

viernes, 30 de enero de 2009

OJO CON LO QUE SE ESCRIBE


OJO CON LO QUE SE ESCRIBE






Lápiz redondo y grueso de cuatro caras, era la primera vez que salía del adorno de un escritorio caro. Desde el vidrio en que estaba apoyado ahora, las ventanas parecían más lejos, cuando ese lápiz era tronco todavía allá en el sur, entre aromas y sombras indecisas. Lluvias de los bosques, beber era la vida y el brillo tardío la siesta. Antes, pocas horas atrás, estaba durmiendo contra los filos de una lata brillante que apenas lo dejaba asomar su cabeza. Había llegado allí, como un distraído regalo de cortesía. Pocos sabían que algo podía escribir, cada tanto un índice suave de mujer, tocaba su cabeza negra cómo la nieve que no se derrite.


Ella llegó a su departamento y dejó ese lápiz y un papel sobre una mesa.
Sonó el teléfono, sonido nuevo, no de oficina.
Ella que se preparaba para un baño, contestó y dijo que todo estaba hecho. Dejó la puerta abierta y la luz sostenía con pereza un cuadro de colores tierra.
La computadora, invasora de un armonioso espacio blanco y arena, le avisaba a esa mujer que tenía un mensaje nuevo de la madre que la esperaba a almorzar, con el mismo tono de todos los últimos los años, cada vez que salía de viaje.



Alguien entró y sobre esa mujer mojada hizo el amor.
Al lado de la cama un papel con números grades y mayúsculas chicas, insistía mudo que era el número correcto de una cuenta en Suiza.
Alguien levantó el lápiz con un pañuelo blanco y con fuerza de taladro lo clavó en cada uno de los ojos de la mujer, humedad distinta ahora por el placer de hace apenas. Los brazos con sangre golpearon primero el aire, a la nada de un llanto desesperado, después puso sin fuerza las manos sobre sus ojos como una chiquita avergonzada, tal vez de que vieran así su propia muerte.


Unos ojos negros, como una pistola en reposo, apuntaron hacia unos almohadones tan blancos y perfectos que nadie hubiera dicho que ayer habían hecho el amor sobre ellos.
Alguien de ojos negros metió ese papel en el bolsillo y al lápiz lo envolvió en una bolsa de residuos. Lo tiró en el Riachuelo. Quedó solo flotando sabiendo que nunca se hundiría.


Mercedes Sáenz

domingo, 25 de enero de 2009

CARTA ABIERTA AL SILENCIO



´

Que silencia el silencio de aquel otro silencio desde
desde el día que al día convertiste en noche (DS)


Existe un idioma universal en el mundo, abarcando generaciones y siglos, cruzando paralelos y meridianos, incluyendo sin distinción a los hombres y a todos los que de una u otra manera estamos en el mundo. Todos sin excepción en invisibles infnitos de la propia existencia individual estamos en silencio.
He leído algunos libros que se ocupan de detallar el silencio voluntario, el premeditado, el silencio obligado a golpes, el que hace guardia junto a una cama cuándo los virus en otro cuerpo también están en silencio.
El de los cobardes, el de las tumbas que contestan en nuestras cabezas los que queremos oír cómo si pudieran hablarnos.
El maravilloso silencio del sueño. El silencio que escuchamos cuándo leemos un libro.
Son tantos los colores del silencio.
El del escondite, el del exilio. El del desamparo. El de la respuesta qué no sabe que decir. El de la gratitud si es montaña.
El de la sentencia cuándo la injusticia no acepta réplica.
Para algunos el silencio largo cuándo Dios no contesta.
Pero el más difícil de describir es el silencio sin explicación de un amigo. El tiempo pasa y cuánto más larga se hace la espera más se olvida el silencio cómplice, el de miradas de un mundo, el cuerpo a tierra mirando los cielos. El silencio se convierte en asesino de los recuerdos.
Uno empieza a ser silencio, ese, que es capaz de decirlo todo, aunque el otro no esté para percibirlo y entonces uno, enmudece.
Y el silencio todo lo habita cómo una luz de un propio universo.
Esta carta termina en silencio amigo mío de alguna vez. Tu silencio empieza a llegar y te hace persona difusa, confundible y callada.
Levanto mi copa sin el menor ruido, en dónde estés, sonríe, gesto que aún puedo imaginar sin que nos sorprenda ningún sonido.

Mercedes Sáenz

sábado, 24 de enero de 2009

NADA

NADA



Calzón quitado. Pelos en la lengua no. Viraje de laucha corto. Todo se entiende tanto. Menos el nada sobre algo. En refranes o en dichos populares con peluca cualquiera es rubio y lo digo por experiencia no porque me pasó. Periodismo agudo y concienzudo, locutores de larga estirpe, adolescente de pelo verde, ama de casa prolija, piquetero tapado por humo de goma. Todos decimos nada.
El diario escapaba, pero también apareció. No podía quedarse sin algo de lo que empezamos a entender todos cuando decimos nada. Preámbulo de premios, sentencias de asesinos seriales, resultado furtivo de Boca el domingo. Valor y precio. Secuestrado por barbarie de asfalto, muerto por confusión. Parece que no pasara nada.
Lo mismo pasó con la palabra onda, cabía en cualquier lado, significaba todo, describía y contenía todas las emociones y sensaciones del humano. Salía de la física y de la química, revoloteaba matemática hasta que la filosofía la trasladó al saber popular y todavía no conozco otra palabra que con la misma exactitud pueda reemplazarla.
No sé dónde buscar la palabra nada. Tengo miedo que reemplace un todo tan grande que sucede y no hagamos nada.
Mercedes Sáenz