HABITAR EN LOS ZAPATOS
Si alguien la hubiera mirado no hubiera sabido que hacía esa mujer todas las noches en esa plaza, de negro y vestido largo- el de los brillos- debajo de una luna blanca lejos, cómo para una fiesta quieta en dónde no se mueven los tacos.
Techo de hierro la pérgola de la plaza, en las noches de lluvia, pasaba toda la lluvia.
Una vez cuándo su hijo era chico se perdió en una playa, le enseñó a quedarse en dónde estaba. Era más fácil encontrarlo, mamá llegaba siempre.
Desde esa plaza se lo habían llevado –le dijeron- por tener un libro debajo del brazo. Un libro que le pidieron desde el colegio, de un tal Marx. Ella no sabía quién era, sólo que se había muerto hace muchos años.
Buscó tanto en los lugares en que él podría estar esperando.
Perdida, en nada podría habitarse.
-Vendrá a buscarme si estoy en el mismo sitio. Debe de estar grande y aprendía fácil.
Salía el sol no sabiendo que le cerraba los ojos llenos de vidrios rotos.
Hasta la noche en que llegaba con los zapatos en la mano para no gastar los tacos.
Y los habitaba sin moverse hasta las otras noches.
Mercedes Sáenz
Si alguien la hubiera mirado no hubiera sabido que hacía esa mujer todas las noches en esa plaza, de negro y vestido largo- el de los brillos- debajo de una luna blanca lejos, cómo para una fiesta quieta en dónde no se mueven los tacos.
Techo de hierro la pérgola de la plaza, en las noches de lluvia, pasaba toda la lluvia.
Una vez cuándo su hijo era chico se perdió en una playa, le enseñó a quedarse en dónde estaba. Era más fácil encontrarlo, mamá llegaba siempre.
Desde esa plaza se lo habían llevado –le dijeron- por tener un libro debajo del brazo. Un libro que le pidieron desde el colegio, de un tal Marx. Ella no sabía quién era, sólo que se había muerto hace muchos años.
Buscó tanto en los lugares en que él podría estar esperando.
Perdida, en nada podría habitarse.
-Vendrá a buscarme si estoy en el mismo sitio. Debe de estar grande y aprendía fácil.
Salía el sol no sabiendo que le cerraba los ojos llenos de vidrios rotos.
Hasta la noche en que llegaba con los zapatos en la mano para no gastar los tacos.
Y los habitaba sin moverse hasta las otras noches.
Mercedes Sáenz
7 comentarios:
Dios mío, Merce, qué historia. Qué bien contada, que espeluznante, que sobrecogedora. Esta historia, tal como la cuentas, hace historia por sí misma. Es increible esta literatura tuya, y estos relatos que la ciencia ficción nunca puede superar.
Sobrecogida me quedo.
Un abrazo enorme.
Dolor hasta perder la razón.Historia de amor,el mas sublime.Triste,cuando la realidad supera la ficcion.Cala muy hondo.Para pensar.Un abrazo MERCE.
Sin palabras, Uff que fuerte, duele!!
bellisimo estilo de relato.
Besos
María Rosa
Es realmente un placer leerte, Mercedes.
Un beso.
Griselda
Te felicito por tus textos Mercedes!!! Siempre trato de leer y seguirte!!
Aprovecho además para invitarte, finalmente, a la presentación de mi libro, "heidi urbana", el 5 de julio a las 20 horas. En: Axolotl (Ladislao Martínez 13, Martínez).
Beso!!!
Hola, que tal? Soy Tavi un amigo de Lu, quería decirle que de ninguna manera nosotros pensaríamos que corno hace en el blog de Lu, porque fue ella quien la invito a ser parte de el y a su parte de ella.
En estos días ella no esta bien, se siente sola y esta muy angustiada por su abuelo, hace tiempo que no esta bien no puede escribir y dice que se siente “atascada en la mierda” yo como amigo lo único que busco es ayudarla y suele sonreír con pequeñas cosas, asíque escribo para pedirle, si no es molestia, que pase por el blog, o le mande no se un mail, si no es mucha molestia, no quiero resultar atrevido pidiéndole esto pero ella la admira mucho y tienen un cariño especial ud. y quizás algo que le pueda decir la haga sentir mejor.
Desde ya muchísimas gracias
Suerte, tavi.
PD: Lu tenia razón cuando me decía que era un gran escritora, es un placer leerla :)
Nadie deviera "desaparecer así",muy bien narrado con un tempo y una plasticidad exquisita.Un abrazo desde el otro lado del mar para ti Merce con todo afecto.A.Dulac
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