Vuelan suaves, desde el fondo silban una transparencia leve. Imagen de Marcela Baubeau de Secondigne
miércoles, 25 de noviembre de 2009
LA PALABRA
LA PALABRA
Dame sólo una línea, la que sin querer derramó el cántaro de agua.
La pisada de aquel que no sabés quién es ni a dónde va.
No borres de la tierra la marca de una túnica que se arrastra al caminar
No guardes al niño que dibuja la arena ni la mano que pintándose primero las marcó en la gruta.
Dame el instante en que el hombre afinaba los ojos para retener los rojos de la tarde. Dame el silencio del alma en las inmensidades aún desconocidas.
Dame cuándo entendido era el porque de los llantos callados al volver de la guerra.
Dame la música del viento y de los cuerpos estirando las sombras alrededor del fuego y la alegría no tenía abecedario.
Dame la mano sin decir.
Abrí los ojos hacia otros que se abrirán a los tuyos.
Toma del pan que se lleva el hambre y de la manta que además de sombra tapa el frío. Mira sólo alrededor y en la pequeñez sabrás porque el hombre escribe.
Su inútil mortalidad se hace débil por no poder atrapar el instante.
Porque no se atreve al olvido y entonces todo lo convierte en palabras.
Mercedes Sáenz
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2 comentarios:
Palabra que llega a vos sin estruendos,sin violencia, con la serenidad de una rosa abriéndose en abril.
Un abrazo.
Alicia
¿Y cómo nombrar "la palabra" si no se emplea la poesía de la forma que lo hacés?
La poesía anidó en tu mano y alada la hacés volar en cada letra, en cada frase, en "cada palabra".
Un abrazo, Mercisa, hermana.
Sonia
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