A NUESTRA MADRE
Vuelan suaves, desde el fondo silban una transparencia leve. Imagen de Marcela Baubeau de Secondigne
sábado, 24 de diciembre de 2022
domingo, 25 de septiembre de 2022
POEMA DE MIRARTE
viernes, 9 de septiembre de 2022
ES MEJOR UN NUEVE QUE UN
DIEZ
Vas a aparecer con más
fuerza en estos días, tal vez porque las fechas se anudan y se asocian.
No importa.
Lo fuiste sugiriendo de
a poco o lo aprendí sola.
No intento jamás tener
un diez en nada, ni en la vida, ni en el centímetro cúbico de mi historia, ni
en la sangre.
Todo eso es un formato
absurdo del que sólo reconozco lo que ha quedado en el corazón.
No hablo de hacer una
torta que para mi es difícil, no hablo de metas que no tuve o no tengo. No
hablo de la vida, en ella apruebo para los que miran, solamente con un cuatro
si es que todavía existe ese número.
Cuanto más pasa el
tiempo, más cerca estoy de entender tu historia. Porque de eso se trata ¿no? De
entender. No de juzgar. No de comparar. No de exigir más de lo que ignoro
profundamente.
De todas maneras, hay
una ambigüedad absurda en estos pensamientos.
No hablaría de vos si no
hubiera una amorosa diferencia entre el debe y el haber. No me gusta la
matemática.
Tampoco es cero la
diferencia entre una cosa y la otra.
Este escrito es para
vos. No creo que sea congruente para los poquitos que leen por estos lados.
Es una manera de
evocarte con todo el cariño del mundo. A las cuatro de la mañana después de una
tormenta feroz afuera.
Dicen que te moriste el
día del maestro. Yo creo que fue antes. Fue cuando la intensidad de cualquier
cosa rodaba por las colinas sin poder detenerla.
Muy en el fondo, creo que
querías un diez en esa materia.
Somos unos nueve padres.
No sabemos mezclar el uno con el cero. Vos sabías.
Mercedes Sáenz
sábado, 27 de agosto de 2022
NOCHE
Maniquí desnudo entre
escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel
petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una
naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente. Alejandra Pizarnik
Oscuro cielo de
estrellas a ponchadas tan grandes cómo las quiera. Una brisa, no suelo usar esa
palabra, tanto más me gusta el viento suave. La brisa me parece un suspiro siempre
aunque se sostenga unos segundos, el viento suave es un secreto, un susurro, un
canto de río en el aire. Sucede que cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás,
tal vez algo cansada de escribir y me pinté una noche de olores y pasto dónde
se apoyan las palmas de las manos para sentir que la tierra se ha quedado
quieta por un segundo, aunque uno se sienta volando. Pero abrí los ojos. Y
sucede también que estoy sentada en una silla. Frente a un bicho enchufado sin
patas que va a hacer exactamente lo que le diga, sí sé decirlo, y a la mayor
velocidad posible.Mi cuarto está a oscuras sólo con la luz cuadrada de la
pantalla, estoy esperando que amanezca. En esos momentos mis recreos suelen ser
recorrer espacios cibernéticos de otros sitios, todo en minutos de menos
segundos, doy vueltas un rato por un Octavio que están escribiendo y que me
encanta y vuelvo a cruzarme de piernas cómo una india y a seguir escribiendo.
Cuándo no puedo hacerlo de día intento leer por las noches. Pero en el
inventario de mis disparates tengo dos o tres libros que abro en cualquier
hoja, ya leídos unas tantas veces. Uno de Onetti, el que primero alcance la
mano, unas obras completas de Borges, un severo John Irving que me encanta pero
debo de prestarle más atención si hay mucho cansancio en mi cuerpo. Pero a la
que vuelvo loca es la amable Alejandra que quiera o no quiera necesito abrirla
al menos un ratito. Y me levanté de la silla y derechito abrí, porque solito el
cerebro lleva cuándo ya conoce el camino y además los libros tienen esa
permanente amabilidad de abrirse dónde más se los ha marcado. “Se prohíbe mirar
el césped”, leí una vez más, algo publicado en Sur en el 63, lo sé de memoria,
y horas pueden hablarse de lo que esta mujer hizo con las palabras en su corta
y atormentada vida, pero voy sólo a su título aunque el texto tiene tres
renglones maravillosos. Sacar de contexto cualquier frase de Alejandra es un
riesgo terrible porque dónde la pongas, la digas, la recuerdes, la recites o la
escribas ,va a traspasar tantas cortezas desconocidas del cuerpo que lo último
que vas a recordar es que cada tanto uno debe dormir algo.Suelo decir malas
palabras cuándo un escrito se lleva toda mi emoción y toda mi adrenalina, es
para contrarrestar un poco.Creo que en realidad estoy tan cansada que no puedo
escribir, tampoco leer mucho y entonces me fui a pasear un poco por esos
laberintos de la vigilia. Alejandra en general es la responsable de esos
paseos, por sus palabras impetuosas y puras, violentas y sencillas, por ese adn
propio que no le conozco a otra escritora. Me sucede con poco éxito en el papel
pero una sola frase de ella me dispara un montón de historias. Me imaginé su
frase “se prohíbe mirar el césped” pegada en enormes ventanales en las aulas de
un colegio inglés, dónde el edificio es una isla en el medio de un verde
sedoso, silencioso y parejo. Me acordé de un cartel en el bar de unos
dignísimos gallegos frente a la facultad de medicina, que decía "prohibido
estudiar" queriendo sólo que no les ocupen las mesas un millón de horas
sin consumir nada. Esto tiene la palabra paseando por la vigilia. Volveré a mi
noche de mil estrellas y veré dentro de un rato que hago con ellas.
Mercedes Sáenz
viernes, 12 de agosto de 2022
QUIERO PEDIRTE UN FAVOR
Fueron días bravos, de amigos, de hermanos, fueron días en que la muerte coquetea por las puertas de los conocidos y a veces entra, a veces amaga y se va.
Fueron días en que mi cuerpo tuvo muchos dolores por distintos motivos. Yo ya no sé distinguir si son una nimiedad o me están avisando de algo. Ya no importa. Nunca creí en el suicidio y ahora menos. Tengo los mejores hijos del mundo, pero están muy fiacosos para tener hijos. No tengo nietos, por un lado me da alegría porque es como si la vida la saborearan lenta y feliz. Tal vez tiene otros motivos que todavía no han sido discutidos con mis oídos. Les entregué la vida hace muchos años con una sola premisa. En la vida se debe ser bueno y tratar de ser feliz. Sólo eso. Después, entre el Dios que creo que les entregué y el mundo construirán sus vidas.
Terminado este párrafo tan largo quiero pedirte un favor. A vos, que creo que te vas a dar cuenta que sos el destinatario sin que escriba tu nombre. A vos que siempre diste generosidad continúa. Sin saltearte un minuto en los que vi tu vida.
Hace años que no te veo, pero te necesito esta noche y varias noches. Te necesito hasta que pase toda esta tormenta larga y arenosa. Hasta que mis ojos dejen de lagrimear casi sin motivo propio. Hay tantos por los que lloro de noche. Está todo muy enredado, salpicado, tajeado te diría.
También se que todo va a pasar de la manera que aTata Dios se le ocurra-
Necesito tu abrazo. No necesitas venir ni aparecerte. Yo sé que estás. Y tu abrazo la última vez que nos vimos hace millones de años todavía lo tengo en la piel. Fue el más sincero de toda mi vida, el más lleno de amor, el que llenó mis células y todo mi cuerpo sin una gota de erotismo. Tu amor fue siempre demasiado puro.
Quiero pedirte un favor, pasa por mi cama esta noche, tírame el pelo para atrás (seguro esta todo enredado) y dame un beso en la frente y abrazame con tanta fuerza que me tenga que despertar para agradecerte.
Sólo eso. Ya sabés ser un ángel sobrevolando por todos lados. Te pido unos días para mí. No dejes de atender a nadie, pero por favor, pasa a visitarme. Voy a devolverte tan fuerte ese brazo, tan fuerte, que va a ser una manera de agradecerte todo el amor que sentiste por mí. Y yo jamás lo olvidé. En el alma esos amores no se olvidan ni tampoco la mirada de esos ojos azules.
Seguramente esa mañana despertaré más feliz.
Ah, y decime en secreto al oído si querés que haga algo por alguien, sin duda voy a tratar de hacerlo.
Desde ya mil abrazos y mil gracias
Merci
viernes, 22 de julio de 2022
HOMBRE DE POCA PALABRA
Están aquí los siete dolores de la tierra
las agonías pasean ahora
en la ciudad de mármol
con los otros muertos.
Impiadoso y mudo
desapareció tu nombre
dejando en el aire de arena
un tajo oblicuo hacia el cielo.
Es hora de irme,
el día sin empezar
desmoronó en el borde
sin brazos el último secreto.´
Es hora de irme,
ya no creo en la imaginada eternidad
de tu palabra.
Mercedes Sáenz
domingo, 10 de julio de 2022
MIÈRCOLES A QUÈ LA TARDE