miércoles, 15 de octubre de 2008

UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO

UNA NOCHE A CAMPO ABIERTO


Maniquí desnudo entre escombros. Incendiaron la vidriera, te abandonaron en posición de ángel petrificado. No invento: esto que digo es una imitación de la naturaleza, una naturaleza muerta. Hablo de mí, naturalmente. Alejandra Pizarnik




Oscuro cielo de estrellas a ponchadas tan grandes cómo las quiera. Una brisa, no suelo usar esa palabra, tanto más me gusta el viento suave. La brisa me parece un suspiro siempre aunque se sostenga unos segundos, el viento suave es un secreto, un susurro, un canto de río en el aire. Sucede que cerré los ojos y tiré la cabeza para atrás, tal vez algo cansada de escribir y me pinté una noche de olores y pasto dónde se apoyan las palmas de las manos para sentir que la tierra se ha quedado quieta por un segundo, aunque uno se sienta volando. Pero abrí los ojos.
Y sucede también que estoy sentada en una silla. Frente a un bicho enchufado sin patas que va a hacer exactamente lo que le diga, sí sé decirlo, y a la mayor velocidad posible.
Mi cuarto está a oscuras sólo con la luz cuadrada de la pantalla, estoy esperando que amanezca. En esos momentos mis recreos suelen ser recorrer espacios cibernéticos de otros sitios, todo en minutos de menos segundos, doy vueltas un rato por un Octavio que están escribiendo y que me encanta y vuelvo a cruzarme de piernas cómo una india y a seguir escribiendo.
Cuándo no puedo hacerlo de día intento leer por las noches.
Pero en el inventario de mis disparates tengo dos o tres libros que abro en cualquier hoja, ya leídos unas tantas veces. Uno de Onetti, el que primero alcance la mano, unas calles de Aldao que ya casi lo sé de memoria y un severo John Irving que me encanta pero debo de prestarle más atención si hay mucho cansancio en mi cuerpo.
Pero a la que vuelvo loca es a la amable Alejandra que quiera o no quiera, necesito abrirla al menos un ratito. Y me levanté de la silla y derechito abrí, porque solito el cerebro lleva cuándo ya conoce el camino y además los libros tienen esa permanente amabilidad de abrirse dónde más se los ha marcado. “Se prohíbe mirar el césped”, leí una vez más, algo publicado en Sur en el 63, lo sé de memoria, y horas pueden hablarse de lo que esta mujer hizo con las palabras en su corta y atormentada vida, pero voy sólo a su título aunque el texto tiene tres renglones maravillosos. Sacar de contexto cualquier frase de Alejandra es un riesgo terrible porque dónde la pongas, la digas, la recuerdes, la recites o la escribas ,va a traspasar tantas cortezas desconocidas del cuerpo que lo último que vas a recordar es que cada tanto uno debe dormir algo.
Suelo decir malas palabras cuándo un escrito se lleva toda mi emoción y toda mi adrenalina, es para contrarrestar un poco.
Creo que en realidad estoy tan cansada que no puedo escribir, tampoco leer mucho y entonces me fui a pasear un poco por esos laberintos de la vigilia. Alejandra en general es la responsable de esos paseos, por sus palabras impetuosas y puras, violentas y sencillas, por ese adn propio que no le conozco a otra escritora. Me sucede con poco éxito en el papel pero una sola frase de ella me dispara un montón de historias.
Me imaginé su frase “se prohíbe mirar el césped” pegada en enormes ventanales en las aulas de un colegio inglés, dónde el edificio es una isla en el medio de un verde sedoso, silencioso y parejo.
Me acordé de un cartel en el bar de unos dignísimos gallegos frente a la facultad de medicina, que decía "prohibido estudiar" queriendo sólo que no les ocupen las mesas un millón de horas sin consumir nada.
Esto tiene la palabra paseando por la vigilia. Volveré a mi noche de mil estrellas y veré dentro de un rato que hago con ellas.

Mercedes Sáenz

10 comentarios:

Maria Rosa dijo...

Que lindo decir de las cosa cotidianas,pinceladas artisticas para una obra de arte.
Un abrazo
María Rosa

Maria Rosa dijo...

quise decir de las cosas cotidianas.
(me saltó la s)

Sonia Cautiva dijo...

Hola Merci, hermana:
prohibir es negar, vedar, impedir, denegar, proscribir, privar, evitar...justo a vos...proclive a consentir, permitir, autorizar, mientras sea todo dentro de la mayor cordura.
El tema que escribiste es hermoso y lleva tu sello: SÁENZ.
Gracias, Merci , por el texto, por el sentido y por lo bien escrito.
Un abrazo
Sonia

Unknown dijo...

Qué noche, que laberinto de vigilia nos has narrado...Mercedes, te he seguido palabra por palabra, imágen por imágen...he vivido contigo todo eso que nos dices a campo abierto. Cómo me gusta leerte...!!!
Te abrazo intensamente y te admiro
MJ

Poeta Carlos Gargallo dijo...

Hola Mercedes, me ha encantado tu blog, un beso.

Anónimo dijo...

Mercedes este escrito tiene muchas cosas. Buenas y bellas. Un placentero decir y un estilo muy particular. Es gratificante leerte y esa sensación permanente que dejás abierta para pensar otras cosas! Felicitaciones. Martin Panese

josé lopez romero dijo...

Qué buenos es ponerse la piel de alguien que nos enternece o nos levanta como un golpe en las costillas. Sentarnos con ella y palpar la misma tierra que ella siente suya porque de otra forma no podría escribirla, ni tomar de ella sus olores, su vida o lo que fuere. Sos una grande Merci, no me canso de difundirlo. Mi afecto es contigo siempre.

SANDRA DESDE FORMOSA dijo...

HOLA MUY BUEN BLOGGGGG
ACA ME PASO
SON REFLEJOS DE TU ALMA
TRANSMITIS MUCHA LUZZZZZZZZ
UN BESOOOOOOOOOOOOOO
ENORME
TE ESPERO EN MI BLOG!!!!!!!!!!!!1

Pedro Pablo Pérez S dijo...

Querida amiga, aunque ausente por un tiempo. Siempre estás presente, y hoy he detenido mi recoorido, para llegar hasta tu casa, y mientras saboreo un café cubano, me adentro en una noche "a campo abierto"

Un abrazo.

Oye, nunca recibí el libro?

Avesdelcielo dijo...

Un viaje interior con sueños, contradicciones, disparates, aciertos, un monólogo donde aquí está prohibido pisar sin la piel de la sensibilidad.
MARITA RAGOZZA