domingo, 18 de mayo de 2008

DECLARACIÓN DE AMOR


DECLARACIÓN DE AMOR




Me gusta escribir ahí porque hay un patio con el suelo agachado pintado de colores y algunas plantas.
Las buenas puertas siempre dan la bienvenida, su madera hace una reverencia en su giro vertical y uno pasa al otro lado, en dónde se derriban las estrategias que plantean vacíos, la indiferencia deja de ser un enemigo muerto, se pulveriza la maldad sólo por el tiempo de un café postergando la injusticia o la muerte sin entender de otros. Las voces imaginadas o no leídas son una confesión privada entre los pensamientos de siempre y los de recreo por un rato. Se llega a una enorme librería y sin ninguna puerta se entra a un barcito.
Apoyé mi cuaderno en una mesa muy chica, se abrieron sus dos alas y por encima de mi algunas cabezas giraron como si todos estuviéramos sumergidos a la misma altura y ocurriera un ruido nuevo. Un café ya sabido vino hacia mí.
- ¿Quién es Mariana Serra? Preguntó uno de alrededor de ventiocho con un celular en la mano y toda una descripción encima que ahora no puedo hacer por qué preguntaba por mi. Cómo un examen insólito en una encuesta callejera dije que yo.
- Es para vos, dijo ese veintiocho que si alguna vez lo había visto no me acuerdo. Me pasó el celular y su cabeza se inclinó sobre un diario prestado como si fuera algo muy normal pasar llamadas a personas desconocidas.
Una voz que no conozco me dijo que me extrañaba, algo de un amor inmenso sin conocerme y en tres palabras que ojalá me acordara que lo hacía feliz.
Cuándo le devolví el celular a veintiocho levantó la vista del diario.
- ¿Qué fue eso? pregunté
- No tengo idea, lo único qué me dijo es que mi cuenta de veintitrés pesos estaba paga y una vez que comprobé que era cierto pregunté por vos. Ninguna llamada iba a salir más que eso porque no iba a dejarte hablar.
- ¿Puedo mirar el número del que me llamó?
- Ya lo hice, dice desconocido.
Llegó mi café y me senté. Mi cuaderno esperaba abierto como un abrazo de incógnitas. Volvieron todos los ruidos a sus lugares y mi corazón no estaba en su sitio.
Las buenas librerías, pensé, con sus patios agachados pintados de colores, algunas plantas y pájaros y algún gato y las lluvias y los soles y las voces que a veces se imaginan saliendo de algunos libros que no se conocen.
Mercedes Sáenz


2 comentarios:

Sonia Cautiva dijo...

"Declaración de amor" es un cuento precioso. Me imaginé a "veintiocho", hice un boceto de la afortunada que recibió el mensaje y estuve tomando café inmersa en el ambiente.
Redondito y perfecto.
Con unas tomas, es un "corto" perfecto.
Gracias Merci

Avesdelcielo dijo...

En las librerías los espíritus de los escritores y de sus personajes revolotean. Son los templos de la imaginación.
Encantador tu relato. ( Ay , también has nombrado a un gato!)
MARITA RAGOZZA