domingo, 9 de marzo de 2008

LÁSTIMA NO, TRISTEZA...




LÁSTIMA NO, TRISTEZA




Yo pasaba por tus veredas, por la ventana del vidrio del lugar dónde te sentabas, empapada tu mesa de papeles del mundo. Alguna vez con mi vergüenza me invitabas a tomar café a tu mesa para ver cómo iban mis escritos y me dabas aliento y opiniones y yo salía feliz a tratar de hacer lo que en pocos segundos me decías. Otras veces la gente te rodeaba con un zumbido de abejorro rey y las reinas no dejaban ni siquiera que se te viera la cara y tu mano levantaba un saludo para mí que me era el día.
Seguía tus escritos, todos, y trataba de imaginar en que entorno escribías sobre tantas cosas que yo leía sólo por ser tuyas. A veces tratando sólo de entenderte.
La admiración no es poca cosa cuando la paciencia la sostiene. Y podía esperar toda una tarde por un gesto o por una palabra. Y hay un cariño que se cree porque a uno le hace falta, lo contiene y le da fuerza y confianza. Pero la edad es una distancia, cómo la mesa, cómo el horario, cómo las ocupaciones, cómo ser diminutivo ante semejante mayúscula.
Seguis en la misma mesa y yo compro todo lo que escribis y lo leo y también lo guardo.
Sola estoy ahora para escribir lo mío y extraño la mano que hubiera estado sobre mi hombro, el reto ofuscado por un final impreciso de mis historias, la mirada larga de ojos buenos diciendo lo más suave posible por dónde había que corregir. Extraño y creo que eso también es parte de lo que me enseñaste. Es una lástima pensé, pero en realidad lo que sentí es una gran tristeza porque yo vuelvo cada tanto a las mismas mesas y sabía que un día no te encontraría.

Mercedes

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Perfecta descripción de la sensación de lo perdido. Lo que no tiene reproche, lo que no guarda rencores ni esperanzas fallidas. Lo que se fue... y que no tiene manera de volver a ser. La lástima, a veces puede doler más que la tristeza, pero deja un sabor más dulce en el recuerdo y eso es lo que trasmitiste en forma excelente. Un texto que podemos compartir todos los que sonreimos con melancolía mientras miramos lo que quedó atrás.

Sonia Cautiva dijo...

Cuánto amor y cuánta admiración por quien no se ha ido definitivamnte de tu vida. Porque como siempre que se vuelcan letras y pensamientos en un papel en blanco hay un mínimo o gran mensaje autobiográfico ¿no?.Y si no es así, lo parece y mis ojos se han llenado de aguas que corren por mis surcos porque lo que he leído me dió una emoción profunda.
Preioso, Mercedes Sáenz, precioso.
Sonia, con mi admiración de siempre

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.