domingo, 30 de marzo de 2008

TRES KILOS DE DULCE DE LECHE Y UN ALFAJOR




TRES KILOS DE DULCE DE LECHE Y UN ALFAJOR





Veía los imaginarios cuchillos llegar en el peor de los desvelos. Sucederse a la anticipación le sacaba el sueño. A ella se lo estaban por decir.
En el cuarto, esa ciudad que muchas veces se habita con la identidad fingida, dejó de ser el lugar en dónde se jugaba con los sueños. Abrazados de placer tantas veces porque sí, porque no había nada para contar.
A ella se lo estaban por decir y sólo se le ocurrían respuestas monosílabos cómo una montaña de canturreos de sapitos frente al agua.
- ¿Lo sabré entender? se preguntaba ¿me lo sabrá explicar? Insistía.
Tanto era el amor de ella que sintió que se le partía el pecho.
Él llegaba en general temprano. Temprano se sentó a esperarlo con las piernas cruzadas cómo siempre. Algo de india, algo de piernas que sobran porque no tocan el suelo.
Él era tan inteligente, esos cuerdos y lógicos, apasionado pero muy lúcido y ella en alguna parte también pero de otra tajada, su pasión era mezcla de impulso y atropello, sin brevedad, sus monosílabos eran cómo los sapitos frente al agua.
Y oyó la llave que abría ese cuadrado que más que transparente hoy consideraba siniestro. A ella se lo estaban por decir.
Lo miró sin saber cómo, en realidad ella ya no sabía quién era y los ojos de él estaban tan resueltos y cansados…y antes de que el apoyara la pipa en una mesa le dijo:
-¿Me querés decir que tenés tres kilos de dulce de leche y un solo alfajor para rellenar? Digo, parecido, no importa cuál porcentaje es parte de quién.
- Ponete los zapatos y vamos a tomar un café abajo ¿querés?
A ella se lo estaban por decir y lo siguió, descalza, mientras una mano que quedó en el aire intentó acompañar su espalda.

Mercedes Sáenz

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Uno se queda con las ganas de saber que ocurre en los pasos siguientes, con ese café.
Lindísma la fotografía del árbol. L.

Avesdelcielo dijo...

Como dijo Octavio Paz, la literartura es y dice, no explica.
¡Bravo, Merci!
MARITA RAGOZZA