miércoles, 30 de abril de 2008

CASI PRIMERO DE MAYO




CASI PRIMERO DE MAYO


Una línea de hilo sisal sujeta la piedra. Descansa en el suelo hasta llegar a la mano y espera para que con un tirón la piedra se levante y un pie en verano descalzo y en invierno con agujeros, patee. Cómo a la número cinco de sus sueños.
Barranca abajo por la calle del barro. A la vuelta no vuelve parado de manos. La loma invertida cuesta más con el cansancio del día. Y queda su línea de sueños atrapada en el bolsillo, dónde la mano llega con caricias suaves, no vaya a ser que por soñar la piedra se desate.
Treinta cuadras sin las botas de siete leguas. Y el señor ese, que cada tanto lo llama a vender sánguches en el recreo del colegio.
- Che, Román. Venite más limpio, carajo. No te van a dejar pasar al recreo.
El arco de la puerta, abierto de brazos extendidos y los delantales tan blancos.
- Romancito, ¿Cuándo volves? Te busca la Srta. Helena.
En los brazos, la cruz del día. Hasta los hombros bolsas de nylon de paleta y queso, con pan que abulte para que el agua en el vientre ocupe.
- ¿Cuántos tengo hoy?
- Como siempre pibe ¿Qué preguntas? Cada veinte que vendas te guardas uno.
Maldito el olor del pan y el falso jamón que saben a fresco. Hay alboroto en el recreo con los sánguches de Román. No hay hambre más grande que el del recreo de invierno.
Diez y nueve se van y con cambio. No se fía, ni se espera.
No hay campanas. El timbre suena, como un silbato del segundo tiempo. La cara de Román es un silbido negro.
Falta uno para llegar a los que pide el señor ése que ni fía ni espera. Y el olor del pan fresco.
- Casi, pibe.
- ¿Qué?
La mano al bolsillo de los sueños. Cómo las boleadoras de algún cacique, la línea de hilo sisal contra la frente del señor ese.
Bolsa de nylon con falsa paleta y olor a pan fresco se va con Román corriendo barranca arriba para alivio de algunos todavía más desesperados.

Mercedes Sáenz

El diseño es de la escritora Laura Elizalde

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Para tu divertimento y que te recuperes:

De pequeño, era muy pequeño... pero ya hacía mi primer cuento antes de cumplir los seis años. Pasaba hambre en el Colegio. Éramos muchas bocas y mi madre suplía con leche y pan (que era barato)... y para completar me alié con el "matón"... diría el de siete años que iba a su clase (yo iba avanzado). El pago de "su defensa" era que le hacía las tareas. Pero también él pagaba con el bocadillo. Es verdad.

Mi madre vino un día a recogernos y encontró a otra madre enfurecida. Un "matón" se come el bocadillo de mi niño. Veamos. Con el niño en la mano... esa madre llegó al párvulo de cinco años y me señaló con el dedo. Yo ¡el más pequeño de la clase!

Esa madre se rió de lo lindo... mi madre algo colorada. Se hicieron amigas. ¿Quién iba a creer que ese esmirriado era el matón?

Lo que es claro que el "esmirriado" tenía su clack... y era tan fácil como ayudar a los demás "los mayores" en sus tareas.

Espero que te haga sonreir y recuperarte del resfriado.

federico... desde su pecera.

Avesdelcielo dijo...

El hambre es vergüenza para todos y puede servir para " queden atrapados los sueños ". El relato me caló hondo y la ilustración me ayudó a internalizar la trama.

Avesdelcielo dijo...

El hambre es vergüenza para todos y puede servir para que "queden atrapados los sueños ". El relato me caló hondo y la ilustración me ayudó a internalizar la trama.

Pedro Pablo Pérez S dijo...

Mercedes, me llevaste por un paseo lejano lleno de añoranzas, aún escucho el timbre esperado del recreo y el alboroto infantil en la fila impaciente de la merienda esperada.
A veces con hambre; otras sin ella, pero siempre esperando el anelado timbre.
Fue lindo volver al recuerdo, aún cuando en ellos se esconda el dolor.

Un abrazo

Anónimo dijo...

Un recuerdo... en nuestro Madrid de los años 60 "el pipero" a la puerta del colegio. Ahora no se estila ese puesto ambulante de "chuches, cromos, soldaditos de plástico o de plomo... y esas ilusiones por unos céntimos.