viernes, 18 de abril de 2008

TABAS



TABAS



Su infancia fue toda en el campo pero desde chico la desobediencia fue lo que mejor hacía. Nunca se puso bombacha ni chambergo, ni botas ni alpargatas. Su caballo era un jeep viejo y su sol no era diana a las cinco. Sus ojos de aguilucho insertados disimuladamente en su cara reconocían cualquier cosa que sucediera en el campo antes que cualquier baqueano.
La tradición no se rompe decía su tata y el castigo fue mandarlo a estudiar mucho más lejos que Buenos Aires. Y se llevó las tabas. Las figuritas se daban vuelta, caían de canto o desaparecían. Le burlaban el cara y ceca de los astrágalos de vaca.

Estaban a prudente distancia una de la otra en una biblioteca lustrosa, algunas cubiertas con barniz, otras pintadas con cera o con aceites. Pero una estaba cómo la dejó la tierra. El hueso pelado contra el viento y el agua, resistiendo un tanto a las narices insistidoras que buscaban carne.
Cada vez que la curiosidad de una mano se alargaba, aunque sólo el índice las rozara, cada quién que las tocara le hacía saltar su corazón cómo una hembra defendiendo sus crías de un lobo malo. Cada mano extraña le era brutal, desgarraba su historia rompiendo cómo al arqueólogo la tierra con un trépano. Y no decía nada, esperando que algún día una mano sola del otro lado del potrero las tocara

Años de camisa y corbata y el saco colgado en sillas de colegio inglés que también sabían hacer estudiar la tierra en un idioma que rápido dejó de ser extraño, pero le carraspeaba la garganta por ausencia de mate y bombilla.
Mandó los bultos, los libros nuevos, los archivos de computadora, todo lo que pudiera llegar a su casa antes de que él lo hiciera.

Volvió con atuendo citadino y antes de llegar a los pagos se vistió, casi de fiesta. Lustrosas las botas y la camisa más blanca. Rastra de plata buena, chaleco y bombachas de gaucho. Se anudó el pañuelo bien rojo al cuello para tapar cómo sangre seca el llanto.
Entró al escritorio de la biblioteca brillosa y allí estaban. Las tabas y un dedo índice de mujer suave se paseaba por ellas. El amor de toda su vida, de toda su vida, la del otro lado del potrero.
Apenas se dio vuelta le volvieron los ojos tan negros y el pelo a incrustarse derecho al corazón cómo cuchillo que acierta dónde.
- Me aprendí la palabra Tomás. Dicen que ahora a las tabas les decís astrágalos. Te han pintado feo Tomás, te han pintado feo. ¿Dónde has visto que las tabas tengan pintura?
En un giro lo abrazó hasta la espalda haciendo un solo pecho y le inclinó la cabeza en el hombro. La boca ya hablaba sobre la piel rozando el pañuelo.
- Sacate esa ropa Tomás. Tu tata se murió ayer y a mi me da lo mismo cómo digas, cómo hagas.


Mercedes Sáenz

6 comentarios:

Anónimo dijo...

He leído de corrido tus últimos cuatro post que me han parecido magníficos. Claros y concisos, cuadros vivos. Que es lo que creo que debe ser un "relato corto", cortísimo.

Mezclar sentimiento, sugerencia, vuelo en el tiempo, imágen que se hace viva a nuestra vista... eso es lo que has logrado.

Hablo de "cuadros de letras" para descibir un buen post literario.

Mi pecera, de ingeniero, se agita de la emoción de los peces lectores que han ido por tus pagos y sin viajar se han hecho americanos.

No los suelto, son mis peces de colores, los que iniciaron mi impulso literario, mi peluquín rojo curios, mi carpín inquieto y mi pez negro que era un trozo de carbón con aletas.

Gracias. frid

Sonia Cautiva dijo...

Merci: siempre pienso que a tus relatos le falta que un productor de cine, lo ponga ya en una cinta.
Son´cortos de ésos que son largos, para pensar.
¿Y qué se puede pensar leyéndote?No se piensa, se mira la película que uno no quiere que termine y de repente aparece el espectador frid, que esdtá en la primera fila de la platea y desembucha su comentario, que es otro relato,(de de los perfectos), para releerlo y encima me gana de mano, por culpa de Internet.
Gracias Merci.
Estoy a la espera de tu libro
Un abrazo
soniacautiva

josé lopez romero dijo...

Mercedes, pasa por mi blog que hay algo para que recibas. Un saludo enorme, José

frid dijo...

gracias por todo. frid

Pedro Pablo Pérez S dijo...

Amiga Mercedes, leerte es un verdadero placer al recodo de mi tiempo. Cada palabra, cada frase, lleva consigo la cadencia de la buena pluma. Vivo y disfruto tus relatos.

Un abrazo

Avesdelcielo dijo...

Un canto a la autenticidad no exento de ternura. Un placer haberte visitado.
MARITA RAGOZZA