martes, 29 de julio de 2008

LA ÚLTIMA TARDE

LA ÚLTIMA TARDE






Se cruzó de piernas cómo suele hacerlo. Un ruido imperceptible desvió sus ojos, el cigarrillo cómo un insecto pesado voló del cenicero. Lo tomó con las brazas mirando hacia él. Ese lo apagó para siempre.
Se levantó de escribir y salió a despedir y una leve tarde la que se iba húmeda en pasto.
No gravitaban los colores en esos círculos que parecen jugar silbando en el cielo con un resto de luz, no decían nada.
Bueno, hoy nada.
Hoy, las letras se deslizaban por el camino del desconcierto, enfilaban para algún lado para no detenerse en el humo de la pipa con las volutas que suelen hacer poemas sin que nadie les diga.
No sabía cómo, con qué argumentos sostener la última tarde que pensaba escribirle.
Que no se haga silencio por favor, es lo único que pedía mirando al cielo y al piso, frotándose las manos. Buscando algún movimiento que lo detenga un rato, más.
Lo que está debajo de la piel si no se escribe se vuelve grito.
Nunca había conocido una mujer con tanta luz blanca.
Después de haber estado cuatro años en el Uruguay volvió a la Argentina. Con otra cara y otro nombre y con esa esa mujer que en unos minutos saldría del baño vestida de blanco impecable y con una toalla en la cabeza, que sin saberlo ella le había llenado cada hueco del infierno que él había dejado en los campos de detención de los pedazos de hombres que estaban en las cuevas de la dictadura.
Años juntos con la mujer de luz fueron de amor y de lucha-típica y doméstica- en dónde hubo secretos, códigos, felices claves en los ojos incapaces de leerse desde afuera.
Nunca se animó a decírselo a la mujer de luz blanca. Parecía esos hombres que porque sí se sientan en algún banco de plaza a conversar con un anciano.

La única condición que puso para entregarse era que jamás la mujer de luz blanca supiera nada. Entonces decidió no escribirle.
Golpeó la puerta del baño y ella se asomó con una bata impecable y otra toalla blanca también en la cabeza que asomó por la puerta a medio abrir.
- ¿Que? dijo suavemente-
- Sacate la toalla del pelo.
-¿Por?
- Me gusta verte el pelo mojado.
-Ya salgo.
- No, un segundo, ahora, estaba por escribir algo y antes quería verte el pelo.
-Bueno, sonrió y un pelo enredado y húmedo largó sonrió con ella.
- No te apures, ya tengo la imagen que quiero. Ella cerró la puerta con una risa franca que apenas se oyó.
Se dirigió a la puerta de la salida, sintió su trasero húmedo junto a una escuálida sensación de emociones. Ofrenda de consuelo tal vez.
Afuera en un auto lo esperaban tres sobrevivientes de algún pozo negro, de esos en dónde él mismo había cortado la muerte en pedacitos, en dónde más de una vez le pidieron al menos un minuto de respiro antes de que expirar sea la última palabra. La justicia esta vez iba a ser decidida por los que no la tuvieron.
El auto arrancó despacio y silencioso y ya ni siquiera pudo apoyar la cara contra el vidrio, el golpazo aplastó su nariz contra un plástico que empezaba a entibiarse por las primeras gotas de sangre.
Cuándo ella saliera del baño terminaría la última tarde. Nunca sabría la mujer de luz blanca que se entregó a la gente que él tuvo en cautiverio , mientras el pelo empezaba a humedecerse desapareciendo lo último que los ojos le escribieron, inocentemente se sentó al sol que empezó a secarlo en silencio.


Mercedes Sáenz

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Narración que asocio con los últimos acontecimientos del páis. Una dura realidad dónde la justicia se aplicaría por los propios damnificados. Me sorprende y me atrapa ese símbolo de la mujer blanca.¿Puede un represor pensar de esa manera? El relato me interesó y me gustó mucho desde el principio hasta el final. Tiene momentos en que no sé para dónde va a dirigirse. Resalto si que el estilo es absolutamente personal y distinto, distinto inclusive a los otros relatos del blog. En concreto me parece un cuento maravillos pero debería conocer más la historia de tu pais. Igual te felicito por la fuerza, por los pasajes de poesía y por la fuerza. Un saludo. Araceli Miela. desde Chile.

Azpeitia poeta y escritor dijo...

Bello relato críptico en su mensaje, mitad sueño mitad realidad pero hermoso en su prosa poética...enhorabuena....azpeitia

Anónimo dijo...

Típico retrato del que "obedece debidamente": Su personalidad doble; su silencio; una mujer ¿inocente? que "obedece la vida"en complicidad silenciosa. Me regocija ese final. Imagino los personajes que no se nombran...
Alicia Susana Gómez

Avesdelcielo dijo...

Impactadísima quedo. Te pido Merci si me dejas publicarlo en mi blog.
¡Extraordinario!
MARITA RAGOZZA

Anónimo dijo...
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