CARAMELOS SUCIOS
Se levantó cómo siempre de un tumulto y barullo. Sin espejo, más que el chiquito del baño. Algunos de los diez y seis de su familia se habían ido por el día, por unas horas o por un tiempo. No sabía de quién era una cara nueva que dormía en uno de los únicos dos cuartos.
Sacó de abajo del colchón una bolsa pegajosa de caramelos ácidos y unos papelitos de colores rosa liviano y casi transparentes. Los puso arriba de dónde dormía por ratos, si estaba vacío. Envolvió con habilidad uno por uno y los guardó en una mochila que usaba sin saber su dueño. La panza ya hacía ruido y tal vez la otra señora del kiosco, la otra, la que está cerca de la estación, le diera un mate cocido con pan fresco y manteca con olor a derretida. Era el trato si lo veía todos los días vendiendo caramelos.
Se subió al tren después de un día de paro ferroviario. No lo mires dijo la señora parada al lado con una chiquita. Y no lo toques aunque se pare cerca.
En tanto sin que lo viera, uno de sus hermanos envolvía pacos y la señora esa y la otra seguían con sus vidas. ¿Quién quiere mirarlo? Saberlo
Mercedes Sáenz
Se levantó cómo siempre de un tumulto y barullo. Sin espejo, más que el chiquito del baño. Algunos de los diez y seis de su familia se habían ido por el día, por unas horas o por un tiempo. No sabía de quién era una cara nueva que dormía en uno de los únicos dos cuartos.
Sacó de abajo del colchón una bolsa pegajosa de caramelos ácidos y unos papelitos de colores rosa liviano y casi transparentes. Los puso arriba de dónde dormía por ratos, si estaba vacío. Envolvió con habilidad uno por uno y los guardó en una mochila que usaba sin saber su dueño. La panza ya hacía ruido y tal vez la otra señora del kiosco, la otra, la que está cerca de la estación, le diera un mate cocido con pan fresco y manteca con olor a derretida. Era el trato si lo veía todos los días vendiendo caramelos.
Se subió al tren después de un día de paro ferroviario. No lo mires dijo la señora parada al lado con una chiquita. Y no lo toques aunque se pare cerca.
En tanto sin que lo viera, uno de sus hermanos envolvía pacos y la señora esa y la otra seguían con sus vidas. ¿Quién quiere mirarlo? Saberlo
Mercedes Sáenz