LA BUENA IGNORANCIA DE SABER
Caminar con pecho desconocido hacia las horas. El alivio tranquilizador tarda en llegar. Estalla la duda en cualquier cara, ya no acecha, tan cómplice se ha vuelto. Imaginar a veces no es distancia. Ignoraba qué sabía.
Pasaban las horas y una sola carta era demasiado corta para distribuirla en el día. Se llamaba Belén y por pesebre un centro de detención.
La mirada se vuelve juez y cualquier cosa que mira la sentencia desparrama y vuelve lista para otra vez.
Un teléfono absurdo que empieza con ceros, con la nada cómo los juegos que prometen todo. Una madre de los padres puede estar en algún lado.
Adopción de buena fe sabida y corazón de caballo desbocado. Mientras su vida se hacía, abuelas organizaban por todo Latinoamérica un tejido de treinta años. Ignoraba qué sabía, el día que supo la encontraron.
Mercedes Sáenz
Para los que no lo recuerdan Belén existió, sólo que la conocí por la difusión de los medios. Mercedes Sáenz
2 comentarios:
Un relato breve y en su brevedad, todo dicho: desde el buen decir hasta la propia historia entoda su genuinidad.
Hermoso y real.
Graias, Merci
Siento el msimo frío que cuando lo leí por primera vez.
MARITA RAGOZZA
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